Gerry Cotten, creador de un mercado de compraventa de criptodivisas llamado QuadrigaCX, moría en la India el pasado 9 de diciembre de 2018. Lo hacía en circunstancias misteriosas, sobre todo porque tras su muerte no solo desaparecía él, sino también alrededor de 120 millones de euros en forma de criptodivisas. Los 115.000 clientes de QuadrigaCX veían así cómo sus inversiones se desvanecían, lo que puso en marcha una investigación rocambolesca que un año después no ha logrado averiguar dónde están el dinero. No es que no lo hayan intentado, porque se ha requerido incluso la exhumación del cadáver de Cotten para tratar de avanzar en ese proceso. Cotten fue uno de esos emprendedores que comenzó muy pronto a apostar por el mercado de las criptodivisas. Creó la empresa Quadriga en noviembre de 2013 en Vancouver con un socio llamado Michael Patryn —atentos, que este último es protagonista en este relato— y fueron de los primeros en poner en marcha un cajero automático con soporte de criptodivisas en Canadá. El negocio sufrió algunos altibajos, pero Cotten acabó haciendo la transición de Quadriga hacia un mercado de criptodivisas o exchange que operó notablemente durante la subida de valor de bitcoin en 2017. EN 2018, con la caída de los precios, varios clientes indicaron que habían tenido problemas al tratar de retirar fondos, y se comenzaron a poner en marcha investigaciones por potencial fraude.