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¿No me dirás qué es tu intento? |
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Hablar pretendo a la infanta. |
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que por esta galería |
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desde el suyo al cuarto pasa. |
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del rey Almenán, su padre. |
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¿Es posible que no caigas |
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que está esta mora muy verde, |
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y que no has de madurarla, |
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al calor de tus cariños, |
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Déjala para hacer casta. |
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de Alipies, y pues estamos |
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libres los dos de las garras, |
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de este perraco almenar. |
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a Toledo la casa ca |
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Volvamos, que estoy temiendo |
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otros dos años de agua. |
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de Ametillo y de Marmoria, |
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son tres cosas bien malas. |
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sepa que la libertad |
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que me concedió la hidalga |
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¡Atención del Rey! |
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no estima quien voluntaria. |
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prisión hizo de sus ojos |
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Hombre del diablo que habla |
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¿No adviertes que si este perro |
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llega a saber que idolatras |
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a su hija, que a los dos |
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nos hará freya. |
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En nada. |
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repara quien está ciego |
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Pues si en eso no reparas, |
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Repara en que a don Fernando |
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rey de Castilla, le paga |
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mal tu lealtad generosa. |
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las repetidas instancias |
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que con Almenar ha hecho |
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para que libre a tu patria |
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vuelvas, y si no te obliga |
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esta fineza las ansias |
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amorosas de Leonor, |
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te obligen, con quien tratadas |
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antes de tu cautiverio, |
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Tus bodas, señor, estaban |
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obligarte sus finezas, |
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Hermosura soberana, |
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¿Que me hables ya de Leonor? |
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me admírase cuando reparas |
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que solo a Castilda adoro. |
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y que a borrarla no bastan |
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de mi pecho los rigores |
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con que su beldad me trata. |
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una hermosura enojada. |
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a aquel que la desdeñó, |
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castiga aquel que la ama. |
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mas su porfía amorosa |
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dejaré desengañada |
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Pues no es casi edad tan linda, |
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pero mi lengua es la mala. |
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¡Hermosa Casilda! |
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Poco cortesano anda. |
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tu primor en la fineza. |
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con que mi padre te trata, |
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pues teniendo dél permiso |
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para que a Castilla partas, |
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no usas de la licencia |
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que te concede. |
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Es que aguarda |
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alguna ayuda de costa, |
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para hacer esta jornada. |
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De tu hermoso cielo. |
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Si eso el viaje dilata, |
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yo haré dársela al instante. |
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¿Adónde acudir nos mandas? |
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Quita, necio, sólo espero |
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que sepas, divina ingrata, |
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que mal de su libertad |
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puede gozar quien el alma |
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deja en tus ojos cautiva, |
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Y así, hermoso dueño, |
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Me restituyó a mi plaza |
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a quien yo reconocida, |
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Previne que te avisaran |
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que a quien cortés libertaste. |
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era a Casilda la infanta |
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volvió a confirmar la paz |
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y a muchas veces jurada |
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di con Castilla el Rey mío, |
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capitulando entre ambas. |
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coronas por excusa, |
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los rompimientos que causan |
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amigas ostilidades, |
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que a quien las origina |
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como a desleal. |
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del uno y otro monarca. |
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cautivo pudiese hacerle, |
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el dominio de las armas, |
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Tú con el salvoconducto |
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de la amistad gallarda |
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pasaste a Toledo a verme, |
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si fue afecto o cortesana, |
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curiosidad los efectos |
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lo digan, pues temeraria |
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tu pasión, viendo que en mí |
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tanta resistencia hallabas. |
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robarme ciego intentaste. |
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en la ocasión de una caza, |
|
Pero dando mis monteros |
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con tu encubierta celada. |
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la presunción de que alguna |
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o su diligencia intentabas. |
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te hizo cautivo, cumpliendo |
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con que tratado estaba. |
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entre ambos reinos, sin que |
|
jamás mi padre llegara |
|
a saber que su designio |
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era robarme que tanta |
|
osadía en su altura. |
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otra venganza tomara. |
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Dos años, en fin, cautivo. |
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a que en la prisión tirana |
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de la crueldad de Almenar, |
|
estás, Fortuna, por mi causa, |
|
padeciendo sus rigores, |
|
No lo niego; mas si basta |
|
para gloria de sus amantes. |
|
cuando no puede premiarla, |
|
que sus finezas confiese. |
|
agradecida una dama |
|
Ya de mí te ves premiado, |
|
Así, en fe de esto que haga |
|
¿Cuál ha de ser? |
|
que te vayas. |
|
luego a Castilla, que es tiempo |
|
mi urbanidad desairada, |
|
admitiendo sus finezas, |
|
sin ser posible pagarlas, |
|
Pues ¿en qué está el imposible? |
|
cuando en ti mi afecto halla. |
|
la parte de agradecida |
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ya que no la ve obligada. |
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en mi honor y en mi decoro, |
|
pues, aunque en sangre me igualas, |
|
no puedo, fortuna, ser tuya. |
|
porque nunca unió dos almas |
|
bien amor, cuando profesan |
|
dos religiones contrarias. |
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Pues que te adoro, Casilda, |
|
mi Rey, que es la cierta abraza. |
|
¡Ah, qué tatura de amor! |
|
que ella la pide trocada. |
|
Redúcete tú a la mía, |
|
Pues ¿qué dices que me amas? |
|
ya la errara la bobilla, |
|
jugando con cartas falsas. |
|
Haz la ley que yo profeso, |
|
la verdadera y errada. |
|
sigues la sombra, pudiendo |
|
seguir la luz de la gracia, |
|
La que mis antepasados |
|
guardaron sigo, si falsa |
|
es o no su ley, no arguyo |
|
en ella he sido criada, |
|
con que no hallo en mi razón |
|
que me obligue a ser Cristiana. |
|
Si lo fueras algún día, |
|
¿su amor pagarás? |
|
Solo sé que sirve |
|
moro premiará tu amor, |
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Y así, pues tus esperanzas |
|
mueven a mis desengaños, |
|
te quedes a tu patria, |
|
Antes me verás morir. |
|
Tu rigor que me vaya. |
|
Esa es porfía, |
|
Es amor |
|
es tema solo. |
|
Es constancia. |
|
Es osadía |
|
Estoy ciego. |
|
pues mi alteza castigarla, |
|
Sabrá |
|
no estimo la vida. |
|
Sinti. |
|
Ahora se dará ja. |
|
pudiendo ver; pero el Rey |
|
el persona y pendanza |
|
y mi azar vienen. |
|
¿Qué dices? |
|
Más claro está esto que el agua |
|
que el Rey, Alejandro, y Reduán, |
|
y Ametillo te descartan. |
|
Pues ya aquí llegan. |
|
Casilda, ¿qué haces aquí? |
|
Dando estaba |
|
afortuna norabuena. |
|
de que hoy a Castilla parta, |
|
en fe del permiso tuyo. |
|
Ya se viene, y si él dilata |
|
El partir no es culpa mía, |
|
como aviso en esta carta, |
|
al rey don Fernando. |
|
Fuera |
|
Urbanidad, poco hidalga, |
|
os llamo Dios. |
|
Que os rindo més. |
|
y de de entrar ya. |
|
vidrio de sedare. |
|
Yo lo estimo. |
|
¿Bien la astucia? |
|
en esta humana discuse. |
|
de mi forma todo acero han. |
|
con este traje disfrazaros, |
|
pudiera, Almenón, hacer |
|
mas conservarle su amor |
|
me importa para la ardua |
|
empresa que solicito |
|
y el tiempo decirla aguarda. |
|
tú, Alejandro, queja de mi amor. |
|
Pues ¿cómo tardas? |
|
en decírmela, sabiendo |
|
mi afecto te ama. |
|
y lo que llegó a sentir |
|
no mirar en ti aliviadas |
|
tus raras melancolías, |
|
Tú, como padre, señor, |
|
a los alivios me faltas. |
|
que forme queja de parte |
|
mi razón, ¿qué te espanta? |
|
porque si tú mi valor |
|
y ardimiento le ocuparás. |
|
en el bélico ejercicio |
|
del estruendo de las armas, |
|
no hubiera sido capaz |
|
el ocio a que me entregara |
|
tanto a la pintura, cuya |
|
inclinación en mí es causa |
|
o melancólicas raras, |
|
la pintura? |
|
de mi amor lo recatabas. |
|
porque aun la verdad se arriesga |
|
en novedad tan extraña. |
|
es efecto del amor. |
|
El que padeces. |
|
No, hermana. |
|
pues, aunque confieso que es |
|
cualquier mujer por sus altas |
|
prendas, recato y belleza, |
|
ligna de ser venerada, |
|
nunca al amor me he rendido. |
|
por no ver que se avasalla |
|
de un Dios que todo es mentira. |
|
toda la verdad de un alma. |
|
Nunca se dan |
|
efectos, donde no hay causa. |
|
pues será sarna peregrina |
|
que pica mucho y no grana? |
|
¿Cómo no caliar tú, cuando |
|
hablar el Rey y la Infanta? |
|
¿Qué ladrán? |
|
Amé su querer, |
|
probar otra vez mirabil |
|
Di la causa. |
|
Ya la digo. |
|
si encuentro como explicarla. |
|
en la ilusión de un sueño, una hermosura |
|
al sol en belleza le excedía. |
|
Pues en sus ojos admiraba el día. |
|
o el día le animaba su luz pura. |
|
calma trasladar su fiel pintura, |
|
porque tal cabeza a doña Elvira |
|
sino en el alma, donde eterna dura. |
|
mas queriendo el pincel, dar al concepto |
|
al tosco lienzo para. |
|
copiarla en vano. ¿Quiés |
|
pues aliñas muchas veces a pintarla, |
|
borró en mí las especies de su objeto. |
|
y del alma jamás puedo borrar. |
|
¿Quién esta beldad será? |
|
o esta sombra que no alcanza |
|
a saber mi inteligencia |
|
más que me asusta o me pasma, |
|
como en un bárbaro puede, |
|
¿En qué virtud no se halla? |
|
moral alguna que sea |
|
esta idea soberana, |
|
que su auxilio esperas busque. |
|
si fuera Casilda o Rabia. |
|
y a en ella la caridad |
|
brilla, siendo lo que causa |
|
mi infernal desasosiego. |
|
si esa hermosura soñada |
|
y tu pasión arrastra cómo |
|
puedes negar que no nazca |
|
de amor tu mal? |
|
No es amor |
|
nace mi inquietud. |
|
mi fe no quererme dar, |
|
celos, la disculpa basta. |
|
Bien sabes, bella casolada, |
|
que solo a tu amor consagro, |
|
que a no nacer mi hermana |
|
aunque amor no rindo cultos. |
|
tu deidad amara. |
|
¿Quién creerá que aun sus decentes |
|
Cariños celos me causan. |
|
Quien supiera que son moros. |
|
que en ningunos no reparan. |
|
Porque veas que a tu queja |
|
le previno anticipada |
|
la satisfación mi afecto, |
|
cariñoso, en esta carta |
|
aviso al rey de Castilla |
|
don Fernando, que a Navarra |
|
han de pasar por sus tierras. |
|
mis militares escuadras. |
|
y creyendo que es permiso |
|
de enfe de nuestra alianza, |
|
es el rey Fernando. ¡Oh, en fe |
|
de saber si le negara |
|
que supiera mi valor |
|
tomársele con las armas |
|
he mandado alistar gente |
|
y con la mucha que aguarda |
|
auxiliar mi gran poder. |
|
del Dejaén y Granada. |
|
tenía dispuesto ya |
|
que en mi nombre partas. |
|
atalar a todo aquel reino, |
|
y de la hora la saña. |
|
con que aborrezco al cristiano. |
|
de tu valor, tu arrogancia, |
|
muestres que eres hijo mío. |
|
Yo te doy esa palabra, |
|
pues apenas del Navarro |
|
que abrase, deshaga, arruine, |
|
cuanto se ponga a mi saña |
|
¿Pestie deseos? |
|
o resista a la amenaza. |
|
Yo lo espero de tus bríos. |
|
Solo por la confianza |
|
que de mí tienes tus pies. |
|
beso. |
|
En empresa tan ardua |
|
te acompañara mi esfila. |
|
Reduán, no me hará falta. |
|
No te he menester, que sobra |
|
mi brío en tan corta hazaña. |
|
A tu lado, aunque no quieras |
|
que en fe de tu real palabra |
|
a dar parte a mis hermanos |
|
Voy de mi dicha. |
|
Ve a darla. |
|
Ven, Ametillo. |
|
¡Ametille! |
|
ha de llevar esta carta |
|
a Castilla. |
|
Vaya al pie tocando. |
|
Parte luego. |
|
Que ser parta |
|
se este cristiano quedar |
|
Cautivo error a suprema fría, |
|
y si allá coger amé, |
|
hacer, señor, en venganza |
|
dice beber de aquel lecho |
|
si es que pesar con algarabías. |
|
por obligarme a pecar, |
|
¡Ah, perro, y lo que pecaras! |
|
si en ésa te vieras. |
|
Bortes. |
|
Al rey de Castilla |
|
la darás. |
|
¿Y hacer que me mandas? |
|
con tu licencia, señor, |
|
Paso al jardín con mis damas. |
|
Ve Casilda. |
|
Alá te guarde. |
|
¡Qué violenta en la tardanza! |
|
estaba el alma a llevar |
|
Voy al punto la vianda. |
|
a mis cautivos. |
|
Mis iras |
|
estorbarán que lo hagas. |
|
Ven, Beltrán, que tras las luces |
|
de Castilda se va el alma. |
|
tras una pava muy tierna, |
|
fuera yo de mejor gana. |
|
Pues solos hemos quedado. |
|
pedirte intento un favor. |
|
Ya tú sabes en mi amor |
|
el lugar que has granjeado. |
|
nada me puedes pedir. |
|
que en mí encuentres resistencia? |
|
¿Qué es? |
|
Que me des licencia |
|
gran señor, para partir. |
|
a mi patria; pues siguiendo |
|
a Alá y a ser tu vasallo, |
|
Es sé que daba advertir |
|
la de mi intento a mí. |
|
por no llegarle a enojar. |
|
en fin, que a callar te obliga. |
|
¿En qué estás mi enojo? |
|
hablar la fe, pues preciso |
|
es que tu lealtad me diga. |
|
lo que oculta, pues traición |
|
también es por no arriesgar |
|
mi gracia querer faltar. |
|
infiel a la religión, |
|
Pues si es forzoso, ya sabes |
|
a servirte de mi excelsa |
|
Patria vine de Turquía, |
|
adonde caudillo eja, |
|
por mi experiencia y valor, |
|
de tanta gente agarena, |
|
mi astucia en nada le engaña. |
|
pues siendo de las tinieblas, |
|
Príncipe, ya soy caudillo |
|
de los que su ley profesan. |
|
movido solo. |
|
que obligado fue de aquella |
|
adversión que a los cristianos |
|
¿Sabes qué tengo y tú ostentas? |
|
cuyo odio te ha merecido. |
|
mi gracia. |
|
Siendo esa |
|
la causa de mi venida. |
|
mal con mis odios cumplieras. |
|
en Toledano, cuando tú |
|
con castigos y inclemencias, |
|
si rigores, hambres, tormentos, |
|
¿Qué haré? |
|
cristianos persigues. |
|
que haya quien en sus miserias |
|
los consuele y los regale. |
|
y sea en tu casa mesma. |
|
en mi casa? |
|
¿Pues cómo? ¿Quién es, no me manifiestas? |
|
Porque no has de remediarlo. |
|
y así, en vano, es que lo sepas. |
|
y así solo tu licencia |
|
espero para no verlo. |
|
Aguarda, como tus necias se vido |
|
desconfianzas presumen, |
|
que faltar yo a mi ley pueda. |
|
¡Vive Alá, que si casi llamas! |
|
fuera cómplice; que hiciera |
|
en ella ejemplar castigo. |
|
el amor y la clemencia. |
|
de padre te lo estorbara. |
|
de mi rigor, no lo creas. |
|
¿Qué la castigarás? |
|
Pues ven que a las evidencias |
|
de veras el desempaño |
|
y a mi clara inteligencia, |
|
a quien nada se le oculta, |
|
sabe que casi en lleva |
|
el socorro a los cautivos. |
|
el cielo que estorbar saber |
|
mis astucias, sus clemencias, |
|
Tus ojos serán testigos |
|
de la mazmorra a Casilda, |
|
salgo a esperar, siendo esta |
|
más pasión que la he cobrado. |
|
tu tía, conveniente a ser |
|
del socorro que nos traen. |
|
sus piedades halagüeñas, |
|
¿Sí vendrá? |
|
Señor, ya estamos |
|
adonde muy presto puedas |
|
examinar. Mas casi la vi |
|
Ya a la mazmorra se acerca |
|
Mucho he tardado. |
|
más los sustos que me cuesta. |
|
llegar aquí son tan grandes, |
|
porque a novicia no venga, |
|
de mi padre, que a no ser |
|
mi piedad, quien las venciera. |
|
fuera imposible lograrlo. |
|
ya aguardándome en la reja, |
|
Ruy Velázquez estará |
|
su ancianidad, de manera |
|
me lastima, que los riesgos |
|
mi compasión atropella. |
|
Ya llega. |
|
¿Cielos, qué miro? |
|
mi padre. |
|
Fortuna, adversa |
|
El Rey la encontró. |
|
Casi ada |
|
¿Adónde vas? |
|
Yo estoy muerta. |
|
¿Qué le diré, que el temor |
|
aun con las voces no encuentra. |
|
Parece que te has turbado. |
|
en ese brial que lleguéis, |
|
La banda es que a los cautivos |
|
trae caritativa, llega |
|
a verlo, señor. |
|
En grande |
|
riesgo estoy, valerme es fuerza. |
|
del consejo que me dio |
|
Ruy Velázquez, que en cualquiera |
|
trance que me vea, llame |
|
a su valedora mesma. |
|
y así, en fe de su consejo, |
|
la invoco, divina reina, |
|
¡Locórreme! |
|
Ya en su nombre |
|
te asisto yo, y en ti extrema |
|
Dios un favor, que por grande |
|
repetido en su clemencia, |
|
lo verá el orbe otra vez |
|
en otra piadosa reina. |
|
¿Qué es lo que admiran mis iras? |
|
de Dios la justicia recta, |
|
en quien sin méritos se halla. |
|
si su favor emplea, |
|
¿No me respondes? |
|
Mas yo |
|
lo sabré de esta manera. |
|
Tente, no sé qué divina |
|
inspiración me amonesta, |
|
¿Que esto responda, señor? |
|
las que oculta mi modestia. |
|
son estas flores. |
|
Di, ¿qué veo? |
|
¿Qué transformación es ésta? |
|
la vianda en flores miro, |
|
rabio de enojo y de pena. |
|
Pero asombro |
|
Nadie admire |
|
que en fragancias se convierta |
|
la limosna, pues es siempre |
|
lo que a Dios más le recrea. |
|
y pues libre estás, Casilda, |
|
a llevar tu celo vuelva. |
|
el socorro a los cautivos. |
|
y tiempo vendrá en que sea |
|
de esta moral virtud tuya. |
|
mérito a mayor fineza. |
|
¿Sido rances las viandas? |
|
que el cielo enfrene mi lengua. |
|
que hablar no me deje. |
|
Isaac. |
|
nada llevar tu belleza |
|
puede, sino castas flores, |
|
retratos de tu pureza. |
|
Llévalas en paz. |
|
Segura |
|
ir puedo con tal defensa, |
|
a llevar a los cristiano |
|
el socorro, pues la mesma |
|
mano que le transformó |
|
en flores, hará que sea |
|
vi andar allá; mas ¿qué miro? |
|
ya en su ser forma y materia |
|
Ya se despidió, a la puerta |
|
de la prisión, a aguardarla, |
|
Vamos, Gozo. |
|
la licencia. |
|
que me pediste, no solo |
|
tienes ya, sino mi ciega, |
|
indignación de mi reino, |
|
de vía te destierra. |
|
quien tan mal sabe usar de ella, |
|
que con lo que más estimo |
|
vas malquistarme, ¡aleve!, intentas. |
|
¡Qué cruel el cielo! ¡Así ultrajo! |
|
mi noble naturaleza, |
|
y que a una humana criatura |
|
de esta suerte favorezca |
|
a una infiel que tiene más |
|
que yo, ¿o en qué se diferencia? |
|
de Dios no aborrece el nombre. |
|
su adoración, no le niega? |
|
más dirá que invertirse |
|
puede a su ley verdadera |
|
No lo niego; mas no hará. |
|
a sus favores y auxilios, |
|
hará que no se convierta |
|
Pero, a pesar de mi rabia, |
|
Miro ya, ¡terrible pena!, |
|
a Casilda en la memoria |
|
que con humildad atenta |
|
la vianda a los cautivos, |
|
va repartiendo a la quena. |
|
Ya con Ruy Velázquez viene. |
|
por no ir ya que lo sepa. |
|
mis ultrajes y sus dichas. |
|
Huyendo va mi soberbia |
|
Digo que todo lo vi, |
|
A mí admirada me deja. |
|
Grande fue el favor, no hay duda, |
|
mas de Dios la omnipotencia |
|
Es infinita. |
|
A su madre. |
|
De la fineza |
|
Ella la invoque. |
|
¿Verdad? |
|
María es reina, mas aun |
|
Madre de Dios, soy Dios, |
|
Luego ¿no tiene por caso? |
|
si tiene que la grandeza |
|
se le comunicó. |
|
en cuanto lo pide él. |
|
¿Que es criatura? |
|
¡Oh será criador del cielo! |
|
¡Mucho amor! |
|
mi cariño y mi terneza. |
|
Mucho a Dios debes, señora. |
|
del él te busca y te festeja. |
|
Búscale, amorosa tú; |
|
pues hallas la puerta abierta, |
|
por donde entrar a su gracia. |
|
¿Puerta tienes? |
|
Sí, la puerta. |
|
La del Bautismo es por donde |
|
a lograr su gracia se entra. |
|
Pues ¿de qué sirve el bautismo? |
|
de lavar las manchas nuestras. |
|
¿Qué manchas? |
|
las del pecado. |
|
que de nuestros padres era. |
|
y Adán heredamos. |
|
se pierde eso, si es herencia. |
|
por la regeneración |
|
del bautismo que nos deja |
|
naciendo hijos de la culpa, |
|
¡Hijos de la Gracia soda! |
|
No sé qué luz alumbrando, |
|
está mi ignorancia ciega. |
|
la de la fe. |
|
aunque mi afecto quisiera, |
|
ser cristiana es imposible. |
|
Temo la inclemencia |
|
de mi padre en su poder, |
|
es deficiente que lo sea. |
|
En Dios no se da en posible |
|
su divina providencia, |
|
disponerlo puedes. |
|
¿Cómo? |
|
si puede de hacerlo deja? |
|
Aguarda a que se lo pidan. |
|
tu ruego y lágrimas tiernas. |
|
Tú, que en su gracia te hallas casado, |
|
por mí a tu Dios se lo ruega. |
|
Si haré más, ha menester, |
|
que se ayude tu fe atenta. |
|
Yo te doy esa palabra, |
|
y en fe que cumplirla espera, |
|
mi afecto sean mis brazos. |
|
de lo que te estimo muestras. |
|
no sé qué gozo en los tuyos |
|
siente el alma. |
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es que profesa |
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les alcanza a saber qué hermanos |
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nos hará el bautismo. |
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Esa |
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debe de ser la razón |
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darte libertad desea. |
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mi cariño, pero yo |
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lo dispondré muy apriesa. |
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Mas que me echen, menos temo |
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Aguarda. |
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Tenlas ya. |
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que en mi huerta no pienses, |
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hasta llevarte conmigo. |
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¿Contigo? |
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Muy tarde fuera |
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No lo será. |
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¿En qué lo fundas? |
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En que la suma clemencia |
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de María soberana, |
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no hizo por ti una fineza |
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para no obrar otras muchas. |
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Di, señora, ¿qué es tu intento? |
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Al Rey solicito hablar. |
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que impaciente de esperar |
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mi amor perdió el sufrimiento. |
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pues mientras cautivo vía, |
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afortunan en tal rigor, |
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se alimentaba mi amor, |
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de lo mucho que sentía. |
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Mas hoy que la libertad |
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goza, estándose en Toledo, |
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tanta tibieza no puedo |
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sufrirla en su voluntad. |
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¿Qué hacer pueda el Rey? No hallo, |
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si él allá se quiere estar. |
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puede enviarle a llamar. |
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que es rey y fortuna, vasallo, |
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el Rey mis bodas trató, |
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con que su lealtad y ley |
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faltando a mi fe, al Rey, |
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también ingrato falta. |
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y así debía recelo |
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en duelo justo de honor. |
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del desaire hecho a mi amor, |
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ser el Rey propio duelo. |
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lo que estás rigurosa. |
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Tengo razón. |
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Y algo más. |
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pues desconfiada estás |
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¿Qué más tengo? |
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estar celosa. |
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Socelos. |
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Siempre profesan |
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précitos en la fe. |
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porque jamás se confiesan |
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en lo que infelice soy. |
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Desconfiada no estoy |
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de Fortuna, sino de mí. |
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desconfía de su flaca, |
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Pasión, que hay hombre infeliz |
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que veniendo vina perdir |
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la deja por comer vaca. |
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El rey |
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¿Qué haré? |
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que es mucha mi turbación. |
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y moro al rey Almenán, |
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que yo le responderé |
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que su gente por Castilla |
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pues excusarle no puedo, |
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pues la mía por ti le di |
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que marche intento a Sevilla, |
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mas no responder ni hablar. |
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amé siendo embajador? |
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¿Qué he de responder? |
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que mandarme a bofentar, |
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Bien tu industria lo previno, |
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Yo alojarte mandaré |
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No me aloja, pues ¿por qué |
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ver temor que beber vino. |
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Mucho me alegro que estés |
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Aquí Leonor. |
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Pues, señor, |
|
¿En qué te sirve mi amo? |
|
una buena nueva así. |
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la vergüenza excusaré. |
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en su recato al ver que |
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a ella se lo avisó, |
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Di, ¿qué cuenta Almenar me da |
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de que ya fortún de Lara |
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ya obró el efecto en su cara, |
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De marcha a Castilla está. |
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que Almenón no ha tenido |
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la culpa en su detención. |
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que en fortuna la dilación |
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solamente ha consistido. |
|
esto a la Reina dirás. |
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que su venida deseo, |
|
porque se logre el empleo |
|
de quien lo desea aún más. |
|
cortesano el Rey ha dado |
|
¡Bien las noticias te dio! |
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Es cierto que me excuso, |
|
el temor de haberle hablado. |
|
Llama a ese moro, y sabremos |
|
de fortuna mejor. |
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Sí haré. |
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que yo de Beltrán sabré. |
|
Moro, aguarda. |
|
¿Qué queremos? |
|
ser tú acaso conductera. |
|
de embajadores? |
|
¿Por qué? |
|
si a alentarme tu amor |
|
me avorecen la aurora |
|
de ti una dama saber |
|
quiere, si a un fortún de Lara |
|
¿Conoces |
|
ser cosa clara. |
|
que afortunarle conocer. |
|
¿Y cómo está? |
|
estar viliano. |
|
¿Tomé este malo? |
|
¡Qué bueno fortunestar |
|
e tomar mucho tabaco. |
|
que no le toma presumo. |
|
Mis noticias ser mejores. |
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el tener malos humores |
|
e domar fábula de humo. |
|
o está de partida ya. |
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Eso no sabes decir. |
|
que el no gustar de venir |
|
de ver hallado que estar. |
|
¿Que alguna mora le inquieta? |
|
De cuyo |
|
una servicia do. |
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Muchas sé que esto mandado |
|
dejarnos nuestro propósito. |
|
Muchas. |
|
Sé, y porque no asombres |
|
los hombres, muchas mujeres |
|
ellas acá muchos hombres. |
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ser un bretón. |
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e un pícaro feno estar, |
|
no le querer embalar. |
|
por saber que ser bufón |
|
mas mucho preguntar ya |
|
el saber que allá en meterra |
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el que preguntar no yerra. |
|
mas ser esto cuando da |
|
Ya, moro, te entiendo. |
|
de tu mano, mucho gano |
|
y ser más linda tu mano. |
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que el banzarrón de Mahoma. |
|
¡Gran lisonja! |
|
Elvira, vamos. |
|
¡Humor gasta el moro! |
|
Pues a traerlas. |
|
He preguntado a las dos |
|
¿Dónde nos aposentamos? |
|
Luego el Rey te hará buscar. |
|
Pues al Rey decirle que |
|
mandarme aposentarme, |
|
donde tu cristiano estar. |
|
Pues, dragón engañoso, |
|
me llama la escritura. |
|
así mi cauteloso. |
|
Ardid fiero, procura |
|
cocodrilo causar con el halago. |
|
de la voz en Castilla, y el reino, |
|
Pues si ella ya del blando |
|
acento lisonjero, |
|
la está llamando Conde. |
|
el cielo, rigor fiero, |
|
sigue la voz la voz de mi armonía. |
|
que siga ha de estorbar tu melodía. |
|
y así, sin que me vea, |
|
invisible, hoy intento |
|
para que más me crea. |
|
soberano portento. |
|
con las cadencias de mi acorde engaño. |
|
en su atención introducir su daño. |
|
para cuya intención he prevenido |
|
voces que imán sean de su oído. |
|
mas ya a este jardín sale |
|
y áspid entre las flores |
|
del veneno se vale. |
|
mi ardid de sus furores, |
|
vencer al cielo, y a Casilda espero |
|
ya dragón engañoso, ya áspid fiero, |
|
dulce voz que con grata me lo di. |
|
llevándote tras ti. |
|
toda el alma te llevas. |
|
pues me admiras, suspendes y me elevas? |
|
pues me estás llamando |
|
con el susurro de tu apetito blando. |
|
porque grata me niega |
|
en tantos imposibles dudas ciegas. |
|
tu auxilio saberano. |
|
si en tu poder consiste, o en tu mano, |
|
que el bautismo reciba. |
|
y que en la ley que deseo viva, |
|
para que me dilata tu clemencia, |
|
lo que de parte está de tu asistencia, |
|
¿Así? Pues eres que me está inspirando |
|
Siéndome esta, me está alumbrando. |
|
mi deseo en tanto abismo, |
|
a algún dio el agua del bautismo? |
|
¡Qué dulce armonía es! |
|
¡Oh mode alas! |
|
el corazón hiere, |
|
lo que más mi fe |
|
¿De qué solicita |
|
que contra mi error |
|
se pone mi ley. |
|
Fantastica voz que estás |
|
siendo baticinio infiel. |
|
de mis dudas, pues no dejo |
|
percibirte, di, de quien |
|
eres, pues en todo este |
|
Sí, fío mis ojos, no |
|
quien te pueda articular. |
|
llegándote a comprender, |
|
Soy la voz de quien |
|
tendréis el culto dio |
|
de tu religión la ley, |
|
si tu error, ciego, no intenta, |
|
hallar el castigo de él. |
|
¿Cómo puede hallar castigo? |
|
quien mérito espera hacer |
|
en seguir la ley de Cristo. |
|
que la verdadera es. |
|
La ley que hasta aquí has seguido |
|
es la más suave, pues |
|
no halla el apetito humano |
|
ni aun preceptos que romper |
|
¿Qué más si cabe, más blanda, |
|
puede otra ninguna ser. |
|
que ley que su gloria ofrece |
|
Conveniencia: mira de mí |
|
la tuya solo al placer, |
|
pues el albedrío deja |
|
libre, sin jugos de ley, |
|
la que yo sigo permite |
|
Libre, pues, a no dejarle, |
|
no hubiera que merecer. |
|
¡Que discurra una infiel esto! |
|
mas así la he de venturar. |
|
Mira si a tu religión |
|
por otra te niegas, que |
|
arriesga tu real sirve. |
|
la majestad del dosel? |
|
si una corona aventuró, |
|
lograr espero un laurel. |
|
No podrá tu fe |
|
que contra tu error |
|
Se pone tu ley |
|
Sí podrá, engañosa voz |
|
¡Qué tiranamente cruel! |
|
por verterme solicitas |
|
pues de opinión cierta sé |
|
como mi afecto humilde, |
|
con lágrimas y con fe. |
|
se lo pida, a la que tanto |
|
puede con Dios te vencer. |
|
le podrá mi amor, y así |
|
Si de ansias han de ser, |
|
que tus piedades merezcan. |
|
mis lágrimas, por quien |
|
ligre el agua del bautismo, |
|
y a mi llanto y fervores |
|
quien te lo pide, señora, |
|
no me lo niegues. |
|
No haré, |
|
¿Qué es lo que oigo? |
|
otro favor. Mas ¿de qué? |
|
sirve mi infernal astucia |
|
si siempre me ha de vencer. |
|
quien de María se vale. |
|
de su luz, huyendo iré. |
|
¡Qué celestial resplandor! |
|
me ciega para no ver |
|
la soberana beldad |
|
eres divino portento |
|
¡Qué apaciblemente fiel |
|
del corazón te apoderás |
|
Yo soy Casilda, la que |
|
Invoco tu amor, la madre |
|
soy purísima de aquel |
|
que formó el cielo y la tierra |
|
de mi corazón, Deodato, es |
|
como celestial aurora. |
|
cuando tal favor me hacéis. |
|
Casilda, no puede ser |
|
la da caso suyo. |
|
Casi es como un día. |
|
se deja ver mi luz pura. |
|
Pues si el bautismo ha de ser |
|
para gozar tanta gloria. |
|
quien esa dicha me dé. |
|
Ya el carácter de cristiana |
|
Yo lo dispondré. |
|
casi la da mis piedades |
|
Confía |
|
Señora, aunque |
|
de vos mayores favores, |
|
espero, llego a temer |
|
en tanta resignación, |
|
si conseguirla podré. |
|
o cuando en el poder me hallas, |
|
de un tirano padre infiel. |
|
Para Dios no hay imposibles. |
|
¡Qué infinito es su poder! |
|
¿Y será luego? |
|
Muy presto. |
|
tu deseo cumpliré. |
|
y después lograré veros. |
|
Verme lograrás después. |
|
porque los ojos del alma |
|
Ven con la luz de la fe. |
|
Feliz seré. |
|
Queda en paz. |
|
Señora, no os ausentéis, |
|
aguardad, más pura aurora, |
|
Asentaos, porque si ver |
|
no pueden mis sequedades |
|
Vos falta en el cielo hacéis, |
|
Madre, a Dios queréis |
|
Él os ama como hijo suyo. |
|
Preciso es que no se dé |
|
que Dios se halle sin María. |
|
ni María esté sin él. |
|
Llegó el día venturoso |
|
Pues velar que |
|
llegó también. |
|
No os entiendo. |
|
¡Severo día, por qué? |
|
cuando a vuestro castidero |
|
veis el fin y cuando quedan |
|
de Castilda hermosa, al ruego |
|
despobladas de cristiano |
|
las mazmorras de Toledo? |
|
¡Hermosa la llamas! |
|
Ahora digo que son ciegos. |
|
Bien te parezca un cuerpo metadiz, |
|
lleno de letra, sin que hallan |
|
para curarla remedio. |
|
cuantos menos herbolarios |
|
han venido de Marruecos. |
|
una mujer con más pintas |
|
¿Qué baraja de hillar? |
|
¿Ya te parece bien, señor? |
|
Lindo es domago, por cierto. |
|
tiene tu amor, tú le debes. |
|
de llamar en tus requiebros |
|
en lugar de vida milla, |
|
¡Legra mía! |
|
¡Allá! |
|
que aunque el sol se eclipsa, no, |
|
pierden las luces su precio. |
|
un vapor la luz en pan en tienda. |
|
pero no deja por eso |
|
de ser hermosa la luz, |
|
un accidente grosero, |
|
pudo eclipsar de Casilda |
|
la belleza en el concepto, |
|
de quien no como yo la ama, |
|
pero en mi conocimiento |
|
ningún accidente puede. |
|
turbar su divino cielo, |
|
Hasta ahora era el gusto malo. |
|
mas desde ahora es perverso. |
|
por señas de que es sujetos, |
|
y te confieso que son |
|
tan sonoros sus acentos, |
|
cuando canta que parece |
|
que tiene treinta dilateros. |
|
metidos en el gaznate. |
|
Pero ¿qué haremos con eso? |
|
que la buena voz, señor, |
|
solo es caudal en el pueblo |
|
mas no hermosura, y le prosa |
|
aunque ella nació en Toledo, |
|
se hizo hermosura manchega. |
|
Y ése es. |
|
de Dios a tantos cautivos |
|
envía el consuelo. |
|
y aunque mi más deseado |
|
fin tan propimo le veo, |
|
como ser este el dichoso |
|
día que esperé contento. |
|
pues a la bella Casilda |
|
de las piedades ejemplo, |
|
da licencia el Rey su padre, |
|
todo a su salud atento, |
|
de que a los vanos se parta. |
|
de San Vicente, creyendo |
|
por los consejos del hombre. |
|
las prevenciones del cielo. |
|
Pues aunque es verdad que vano |
|
ha de sanar, según creo, |
|
a Castilda, no discurro |
|
bien sin discurso cuerdo, |
|
que otro, y no estés, ha de ser, |
|
el vano de su remedio. |
|
Aunque otras muchas venturas |
|
con fe verdadera espero |
|
y aunque el fin a ver mi patria |
|
después de tanto destierro. |
|
parto hoy porque a la Infanta |
|
me ha ordenado, sin asistiendo |
|
Todos estos bienes, todos |
|
estos dichosos consuelos, |
|
se turban con ver que hoy |
|
parte el azote sangriento, |
|
de allí contra los cristianos, |
|
pues ya su soberbia veo. |
|
las fronteras de Navarra, |
|
y volver a ser el centro. |
|
de las moriscas mazenas, |
|
horroroso monimento. |
|
de cristianas libertades. |
|
para que no haya contento |
|
en este humano meatro, |
|
miserables efectos, |
|
que en las espaldas no traiga |
|
escritos sus desconsuelos? |
|
Poco crédito te deben |
|
los navarros ardimientos |
|
pues lloras en el amago. |
|
Mi recelo |
|
es la desunión injusta. |
|
que entre los cristianos veo, |
|
Pues si se uniera Castilla, |
|
con Navarra hubiera perro, |
|
que no llevara por mayor |
|
lo que viene antes del ser. |
|
Mas ya en marcha para aquí. |
|
llega allí, y al mismo tiempo |
|
Temeroso por allí llega, |
|
con la infanta. |
|
con el bello. |
|
milagro de amor dirás. |
|
menos la legua concedo. |
|
Dame, señor, a besar |
|
tu mano y licencia luego. |
|
para partir a los campos. |
|
de Navarra, que es lo mesmo |
|
partir a destruir los servicios. |
|
Deja, Alí valiente, |
|
hijos, porque no blasone |
|
soberbio la fuerza de su hado. |
|
espíritu de que no haya |
|
alguna vez en mi pecho. |
|
de mura quiso ser así |
|
No sé si severo |
|
disponerme en trance? |
|
que en él dividirse den |
|
en dos mitades mi alma, |
|
con tan extraño, tan nuevo, |
|
dolor, como parecerme |
|
que no ha de volver a veros |
|
y aunque conozco que nace |
|
este paternal afecto |
|
de dejarme sin los dos. |
|
de tu valor el intento, |
|
de tu salud el alivio. |
|
y la ampliación de mi cetro. |
|
como entre los dos lleváis |
|
Mi corazón es discreto, |
|
el dolor, pues a arrancarse |
|
en corazón de su gentil, |
|
no se hace sin sentimiento. |
|
Partid, que ya el rey Fernando |
|
nuestra amistad, prosiguiendo |
|
permiso a tus tropas dar |
|
para pasar por tu reino. |
|
a las fronteras Navarras, |
|
esperándove a ti atento, |
|
en Burgos oía contigo, |
|
llevas aquel feudo |
|
de mi amistad a Fernando. |
|
en diez jaeces turquescos, |
|
diez caballos cordobeses, |
|
con diez lanzas de dos yerros, |
|
si esas fantasmas quinos, |
|
diez adargas de Marruecos, |
|
con diez marlotas de tunes, |
|
de oro y de piedras cubiertos, |
|
bonetes y capellares, |
|
diez alfombras, a quien dieron |
|
el caíro y la primavera, |
|
matices varios y bellos, |
|
llevas docientos cautivos |
|
ya por ti libres, y en ellos |
|
el empleo de mi enojo. |
|
la ocupación de mi ceño, |
|
porque sin los dos hay hijos |
|
ni aun los rigores pretendo. |
|
que tengan uso, pues cuando |
|
sin alma por los dos quedo. |
|
el aire tiene suspenso. |
|
Por Alá juro por ti, |
|
y por Casilda, a quien quiero |
|
más que el aliento que animo. |
|
más que la vida que aliento |
|
por aquel músico encanto |
|
de su voz, a cuyo imperio |
|
armonioso, rendido |
|
de mí propio me enajeno. |
|
Turco por aquella copia |
|
impresa en mi pensamiento |
|
solo la borra el cuidado. |
|
de quererla dar al lienzo. |
|
de llenarte de cautivos, |
|
las cárceles de Toledo. |
|
si el rencor, el apresarlos, |
|
me da lugar de traerlo. |
|
sin que sus infames vidas |
|
sean manchas de mi acero |
|
toca a marchar, que aquel llanto |
|
es accidente sangriento, |
|
de mi enojo. ¡Ea, africanos, |
|
a coronar de trofeos |
|
esta sed de mis rigores, |
|
Vea el mundo que le heredó |
|
a Almenar todos los días, |
|
que queden en él suspensos, |
|
¡Mal año para el masdín! |
|
¿Qué es esta, soberbia, mi aliento? |
|
sufrir por causa hilda, |
|
¡Que sufra este infiel el cielo! |
|
estorbar el intento para |
|
¿Casi llama? Pero ¿cómo? |
|
se rinde a nada mi esfuerzo. |
|
mude el Rey de parecer |
|
he asistido, pues, pues |
|
traducir invisible |
|
mi voz en su pensamiento. |
|
Vaya Alí, pero a Casilda, |
|
¿Ya faltarán remedios? |
|
sin que allá busca y mira. |
|
es arroyo muy resuelto, |
|
de dos consuelos que tienes. |
|
quedarte sin su consuelo. |
|
Mal años que humo andar |
|
dio de pésate en el infierno, |
|
¡Qué diablos de humo entró aquí! |
|
Todo me huele a incienso, |
|
de pajuelas. |
|
Bien discurro. |
|
¿De qué violencia me quejo? |
|
si los motivos me busco. |
|
que causan mis sentimientos. |
|
Vaya Alí, triunfe valiente, |
|
de los navarros soberbios, |
|
Pero no vaya Casilda, |
|
que al mar que sentirla veo, |
|
sin el remedio que busca. |
|
no le faltará remedio. |
|
Parte en feliz hora, hijo, |
|
y su Casilda? ¿Qué es esto? |
|
No; mas no sabe la voz |
|
encontrar con los acentos |
|
yo haré que los halle. |
|
Tento un ángel, |
|
instante e sueño. |
|
las iras de mis alcaide, |
|
Casilla |
|
cuanto dividirme de a pelo, |
|
de ti lo sabe mi amor. |
|
y tú no lo ignoras, pues |
|
que la experiencia te ha dicho. |
|
de la ternura de mi afecto. |
|
que siento no acompañarte. |
|
te digo, pues el pretexto |
|
de ser imposible. No, |
|
en vi excusa mi ser, |
|
¡Dámelos! |
|
y guie para que presto |
|
del mal que padezco. |
|
Casi el deseado río |
|
hermano. De tu amor |
|
nunca dude los extremos. |
|
ni tududas mi fineza. |
|
y en este conocimiento |
|
te he de pedir. |
|
Nada calles. |
|
que se ofrezca a tu deseo. |
|
¿Haráslo por mí? |
|
imposibles. |
|
para obedecerte espero, |
|
Que no ofendas a los cristianos. |
|
Calla, que irritado queda creo. |
|
que solicitas que sea |
|
mi amor aborrecimiento. |
|
Mas porque no lo consigas, |
|
No oirte, Casilda, quiero. |
|
A marchar de cuando en cuando |
|
¡Hermano! |
|
Lo que a marchar |
|
borren los estruendos |
|
marciales sus voces. |
|
Mira |
|
No he de escuchar tus acentos. |
|
Dios ablande tus crueldades. |
|
A la en dureza tu pecho dio, |
|
Pues yo, que aquí no he podido, |
|
Voy donde lograr espero |
|
aflicciones de ésta, a quien |
|
tanto favor hace el cielo. |
|
¿Yo andar con alto, cristianos? |
|
cortar cabezas sin vernos. |
|
Allá yo cogerte. |
|
No soy liebre. |
|
estar con eso. |
|
¿Amor, Ruy Velázquez? |
|
que esta enfermedad me dio. |
|
piadoso conmigo el cielo, |
|
para medio de la dicha. |
|
que aprisa lograr espero |
|
no dilatemos la cura |
|
con desperdiciar el tiempo. |
|
Dios las piedades te premia. |
|
fortuna, el viaje vuestro. |
|
¿Esa Burgos? |
|
Sí, señora. |
|
y extraño que de mi afecto |
|
y mi obligación dudéis. |
|
que me toque iros sirviendo. |
|
cuando serviros jamás |
|
más me ha detenido en tolado. |
|
Si preseguís |
|
que habéis de ofender recelo. |
|
esa atención de servirme, |
|
con la esperanza del premio. |
|
Callaré, por no enojaros. |
|
no me enojo; pero quiero |
|
que quien ha de acompañarme, |
|
no lleve más pensamiento |
|
consigo, que la atención |
|
del silencio y del respeto. |
|
que alenos de él |
|
olvides y los desprecios |
|
adornes de una letra. |
|
es de mi albedrío dueño. |
|
Vamos, hijos, id delante. |
|
de mí, que llevaros quiero. |
|
como triunfo venturoso, |
|
decid conmigo contentos, |
|
dando a Dios gracias de tanto |
|
favor como nos ha hecho. |
|
Cautivos benditos seáis, señor, |
|
que libertáis vuestro pueblo. |
|
Mi audiencia pides, Leonor. |
|
el vivo accidente te ocasiona, |
|
que tu semblante pregona |
|
alguno y grande. |
|
Señor, |
|
en empresa semejante. |
|
es bien que intente veloz |
|
anticiparse a mi voz. |
|
la lengua de mi semblante, |
|
porque si en él reparare, |
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vuestra Alteza mi fatiga. |
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halle idioma que le diga |
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lo que mi labio callare, |
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que en conocidos agravios |
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Si razones de villanas |
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deben servir las acciones |
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de lo que sirven los labios. |
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Habla. |
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Sí, hará, que no es muda. |
|
Prosigue. |
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el dolor me anima. |
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y mi favor te da aliento. |
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Fernando Rey de Castilla, |
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bien tendrás en la memoria |
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si servicios no se olvidan, |
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los del bravo castellano, |
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Tello Alvárez García, |
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mi padre, que en la postrera |
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sobre otras infinitas. |
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mostrándose sus piedades |
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con mi dolor tan propicias, |
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que a sus favores. |
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enjugando mis mejillas |
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en este tiempo, si aquí |
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diese indicios de mí, |
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mi pasión a vuestra alteza. |
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mi rendimiento suplica, |
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que no tenga la razón |
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título de demasía, |
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pues quien pronuncia su agravio |
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de su respeto se olvida. |
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en este tiempo fortuna, |
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de Lara, con fe fingida, |
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con falso alevoso intento, |
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y con traidora caricia |
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¡Mal caballero, villano! |
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que muera las dos castillas |
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e vil razón de Gresero, |
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nacimiento de morisca. |
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Mas ¿qué digo? Ahora entra. |
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señor, la prevención mía. |
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miradme como quejosa, |
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Cedme como ofendida |
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y veréis cómo son estas |
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las frases más repetidas |
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de quien padece una ofensa. |
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cuando el ofensor explica |
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Viome finalmente, y dando |
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esperanza a la que fina. |
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constancia llamaba entonces, |
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las licencias permitidas |
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de palacio fueron dando |
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permisión a la osadía. |
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de introducir con mis deudos |
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plática, y a pocos días, |
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fue con vos y con la Reina, |
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mi señora, concluida |
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resolución de que yo |
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Su esposa, señor, sería |
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hizose público el trato. |
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y con él, a mí no esquiva, |
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en los términos de cuerda, |
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aquella fineza te vio, |
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que aun no se llama atención. |
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y pasa de cortesía. |
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mezcladas nuestros colores, |
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eran de nuestra Unión cifras |
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entonces y ahora, señor, |
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los que el rostro me matizan. |
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son vergonzosos tesdigos. |
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de la burlada fe mía. |
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esmaltes de mi congoja. |
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acentos de mi desdicha. |
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mucho si el traidor |
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¿Qué hará? |
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¡Dios a vos! |
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y a mí, amante de Casildo, |
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hija de Almenón, a un tiempo |
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nos falta, que, persuadida |
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a esta infalible verdad, |
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me tienen ciertas noticias |
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mas no es menos ofendida |
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vuestra real autoridad. |
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que yo, no la fama diga, |
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de lenciste de vos, magno rey. |
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que toleráis propias hazañas |
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que a padrináis sin razones, |
|
y con gente tiranías. |
|
Vuestro empeño os ocasiona |
|
Mi honor y el vuestro os obliga, |
|
y no menos el desaire. |
|
de la Reina os solicita |
|
de públicos nuestros agravios. |
|
son, y solo en vos estriba |
|
la satisfación de tres |
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atenciones ofendidas. |
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Haced que fortuna de Lara |
|
venga a cumplir su precisa. |
|
obligación, que como él |
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me dé la mano y me limpia |
|
opinión no sea asunto |
|
de lenguas antojadizas, |
|
Yo os doy palabra de que |
|
le consienta el mismo día, |
|
volverse, por no apartarle, |
|
de las paganas caricias, |
|
de aquella que a un mismo tiempo |
|
de Dios y de mí le olvida. |
|
Esto mi honor os entiende. |
|
Esto vuestra deuda os pide, |
|
vuestra justicia. |
|
debe mover, y cuando |
|
no hallaré en mis desdichas |
|
sordo al ruego, ciego al llanto, |
|
y mudo a las peñas mías. |
|
Al menos no me neguéis |
|
a que al famoso Ruy de Aráez |
|
mi tío pueda encargarle, |
|
en campal batalla diga, |
|
a Fortuna de Lara, cómo |
|
una traición se castiga, |
|
como una opinión se cobra, |
|
como una mancha se limpia, |
|
como se enmienda una ofensa, |
|
calló los celos, siendo ellos |
|
los que más su pena atizan. |
|
Bien me pudiera ofender, |
|
Leonor, de que, persuadida |
|
su queja, aun siendo tan justa, |
|
como tú la calificas. |
|
otro remedio intentara, |
|
buscar más que mi justicia, |
|
pero no me ofendo, pues, |
|
no ignorando que te irrita |
|
mas otra pasión que callas, |
|
que esa pasión que publicas |
|
la pública te tolere, |
|
por tolerar la escondida, |
|
que una desesperación |
|
Elvira, |
|
Fortuna, con Casilda viene. |
|
no sé qué te diga. |
|
que una peña imaginada |
|
no es tan cruel como vista. |
|
Un criado un mozo pide licencia, |
|
de hablarte, y según su prisa |
|
En buen hora. |
|
Vengas, moro. |
|
Ningún día |
|
¡Hay buena hora para mí! |
|
¿Por qué? |
|
vivo entre desdichas. |
|
¿Y vienes a que te ampare? |
|
No, señor. |
|
Pues tú vos digas, |
|
lo que vienes. |
|
Señor, |
|
breve. Pero no querría |
|
más que tú me escuchases? |
|
Pues hacia aquí te retira, |
|
Habla. |
|
Yo serví a Almenar, |
|
¡Qué bien te premiaría |
|
No me premio, sino mal. |
|
si tu queja en él estriba. |
|
Mira que su amigo soy. |
|
antes que tu queja digas, |
|
porque no ofendas mi oído. |
|
con el modo de decirla, |
|
¡Bien esa atención te paga! |
|
nadie debe a mi hidalguía |
|
más que yo saber cumplir |
|
las obligaciones mías. |
|
mas ¿cómo me paga mal? |
|
como enviarte a su hija |
|
Tú no la has de consentir, |
|
su queja en esta mente. |
|
ocasión quiere faltarte, |
|
a la amistad prometida. |
|
¿por qué el Rey de mí lo fía? |
|
y tú a mí me lo revelas. |
|
Oblígame la noticia |
|
de tu fama. |
|
Y dinte moro. |
|
como intenta ser creída, |
|
tu voz de mí, cuando solo |
|
una traición la apadrina. |
|
a tu ley y a tu Rey faltas? |
|
y neciamente imaginas |
|
que yo crea que conmigo |
|
¿Es leal tu alevosía? |
|
sin ser creído, te vuelve, |
|
queda mi razón de que |
|
presumiesen tus malicias, |
|
que tu infame pretensión |
|
pudo ser de mí admitida. |
|
Vuélvete presto y conoce |
|
que del castigo te libra. |
|
que mereces mi templanza. |
|
dándote, mora, en albricias. |
|
de conocer tu cautela. |
|
tu propia traidora vida. |
|
estén tan infelices |
|
astucias con casi lidas, |
|
tomé tan por su cuenta, |
|
Dios, valerla y asistir. |
|
Ya contra ella, pues, |
|
mi presunción desvalida. |
|
Ni sienta ni dina sin ver. |
|
si no empleé los rigores |
|
a que una mujer me obliga |
|
en los primeros esclavos |
|
con que vidrioso pisa |
|
los valles de Sopetrán, |
|
en inspirarle crueldades, |
|
destrozos y tiranías, |
|
Sí podrá ser, pero no |
|
porque la intención sería |
|
de este moro por vengarse |
|
de la causa que le obliga, |
|
a ser traidor con su Rey, |
|
solicitar que, creída |
|
la cautela que supuso |
|
de Almenar la ofensa mía, |
|
la satisfación tomase |
|
que a ser verdad merecía. |
|
Esto es, pero no obstante. |
|
solicitaré novedades. |
|
que del todo me aseguren. |
|
pues si fue en mí bizarría, |
|
persuadirme a que Almenar |
|
y el alma tan casi limpia? |
|
En fin, ¿quiere ser cristiana? |
|
con verdad tan conocida, |
|
que de Ruy Velázquez viene |
|
enseñada y instruida |
|
en lo que toca Alá. |
|
el pícaro de Belvedero. |
|
hacia nosotras. |
|
de su dueño no se resta? |
|
no vi mayor desvergüenza. |
|
mormurando esta virilla. |
|
de mí, que aquellas traidoras |
|
ocasiones lo califican. |
|
¿Y dónde queda? |
|
Muy cerca |
|
salir quiero a recibirla. |
|
Prevenido y tú, Beltrán, |
|
Ven conmigo. |
|
Aquí te siga. |
|
mientras no haya polvareda |
|
en que perderme me obligan. |
|
gallegas obligaciones, |
|
da, Leonor, esta noticia |
|
a la Reina, porque quiero |
|
que con cariño reciba |
|
a la infanta cuando llegue |
|
aunque la amistad me pida |
|
de su padre esta atención, |
|
no sé qué fuerza me obliga |
|
sin voluntad, a que no pueda |
|
dilatar ver a Casilda. |
|
¿Fuese el Rey? |
|
Ya el Rey se fue. |
|
Dame ahora, señora mía, |
|
a besar cuanto pesable |
|
desde la planta a la cima. |
|
fuese la espalda a Beltrán? |
|
merced es bien merecida. |
|
a estar volviendo por ti, |
|
noche, y cada día, |
|
ni se procuran, desvían. |
|
Pretended agradecida |
|
a la mora que idolatra, |
|
vuestro dueño. ¡Oh, ven, Elvira, |
|
que el volcán de mi coraje |
|
incendios de horror respira. |
|
Ya esto por acá se sabe. |
|
dile a tu ama que traía |
|
esta carta de mi amo, |
|
Él se lo diga. |
|
que yo no recibo cartas. |
|
de manos tan poco limpias, |
|
que han manoseado moras. |
|
La vese muy bien primero. |
|
si quiere que la reciba. |
|
Muy bien; pero de Leonor |
|
Fortuna me vengará a prisa, |
|
y con no hacer caso de ella, |
|
y en esos valles que de mis trajeses |
|
Testigos vengo a hacerlos valerosos, |
|
indicios aplaudid de mis empleos, |
|
Postraos viles esclavos y gloriosos |
|
en este corto triunfo que os levanta, |
|
a ser humilde trono de mi planta. |
|
Así su furia aumentó que este traje |
|
a este intento vestí de tu atración. |
|
rigor, moro cobarde, el duro ultraje |
|
vengara la cuchilla del cristiano, |
|
y presto llorará tu vanagloria. |
|
esta que cantas mísera vitoria. |
|
¿Qué dices, vil el labio, infame? |
|
o yo le sellaré de tus acentos. |
|
cortando el instrumento a la querella, |
|
que explican tus osados pensamientos, |
|
Pero no quiero que tu obscura estrella |
|
se acabe de eclipsar a mis alientos. |
|
vive de mis rigores y entre penas |
|
Si me al duro compás de las cadenas, |
|
Arrojadlos a todos pareciados, |
|
de los jinetes lleguen a Toledo, |
|
donde vea Almenar ejecutados |
|
parte de los rencores con que quedo |
|
Pues no verá mis odios apagados |
|
hasta pisar, pues valeroso puedo |
|
conducirle al postrero paralelo, |
|
en una fuente a todo el cristianismo. |
|
¿Qué aguardáis? |
|
mostrar el patas. |
|
a este no quiero llegar. |
|
vos solo miro alpatillas. |
|
Aquí me embiezo a vengar |
|
casi la de los desaires, |
|
que Dios por ti me hizo allá |
|
Véame vengado Dios, |
|
y procúreme estorbar. |
|
este trofeo, que aunque |
|
No digo que no podrá |
|
introducir la piedad |
|
como en su hermana lo fue. |
|
Aquí, Virgen, ¿dónde están? |
|
las ruinas de aquel templo |
|
que en más venturosa edad |
|
le albergue vuestro sufrir. |
|
¡Ay, infelice de mí! |
|
¿Dónde me podré librar? |
|
de las luces que me cercan, |
|
¿Ya sin orden al Infante? |
|
socorra nuestra lealtad. |
|
Yo andar huir por aquí |
|
Si ustedes te por allá |
|
No por la conjetura |
|
que mi ciencia hace inmortal, |
|
solo para atormentarme, |
|
deje este feliz lugar. |
|
para quien pese a mi angustia, |
|
de triunfante, diciendo |
|
a él, y huyendo al abismo, |
|
lleve mi invidia infernal. |
|
Hijos, todas las prisiones |
|
senos han caído ya. |
|
milagro de aquella Reina, |
|
pura, aurora celestial, |
|
Démosle gracias. |
|
Señora. |
|
de los afligidos pasos. |
|
de los dolientes salud, |
|
de los presos libertad, |
|
pretensión de los humildes, |
|
de los pobres caudal. |
|
por este favor bendita. |
|
de los ángeles seáis. |
|
Pero ¿no veis todo el aire calle? |
|
cubrirse de claridad |
|
más transparente, más limpia, |
|
que la que el día nos da |
|
No voy músico; acento |
|
de divina su amistad? |
|
o no lo sé. Pero |
|
no es esta obra natural, |
|
Confiad, confiad, confiad. |
|
que la aurora divina, que al mundo |
|
dio el sol de piedad |
|
vuestros ruegos humildes ha sido en ella. |
|
y de ellos movida os ofrece amparar. |
|
llegaron vuestros gemidos. |
|
al supremo tribunal. |
|
que los oídos de Dios |
|
nunca cerrados están. |
|
Miro la Virgen y Madre, |
|
vuestra angustia desigual, |
|
que siempre tiene los ojos |
|
abiertos a la piedad. |
|
Ya consolaros deciende. |
|
del alcázar celestial |
|
con el favor que le pide |
|
la humana necesidad. |
|
soberana claridad |
|
¡Ay de mí, que a poder tanto |
|
no puedo resistir ya. |
|
Vencísteme, poderosa |
|
Mujer divina, deidad, |
|
me quieres? |
|
Ya vencido |
|
de tu resplandor, y yo |
|
ciego no puedo mirar |
|
las luces que das al sol. |
|
cautivos, si me escucháis, |
|
y esclavos ya, sino amigos. |
|
advertidme dónde está. |
|
y quién es la victoriosa |
|
que socorrió vuestro mal. |
|
y a mi soberbia invencible |
|
servir, bajo a pisar. |
|
reina de ángeles y hombres. |
|
es la que favor nos das. |
|
La Virgen, Madre de Dios, |
|
es la que tuvanidad |
|
Humilla. |
|
¡Qué acento tan celestial! |
|
Cóbrate en mi nombre. |
|
En él |
|
mis ojos cobrando van. |
|
la vista. Pero ¿qué miro? |
|
Vos sois el original |
|
de aquella Condesa divina, |
|
en mi mente impresa está. |
|
de aquella que de intentarlo |
|
Nunca pude retratar |
|
Pero si rendido estoy, |
|
si mi campo huyendo va. |
|
que me queréis vencedora. |
|
¿Y qué reina me mandáis? |
|
que a mis cristianos no intentes |
|
por seguir. |
|
que no los persiguiré, |
|
mas si vos los amparáis, |
|
importa que los ofenda. |
|
toda la humana crueldad. |
|
de la ley que errado sigues. |
|
Aquí mi obediencia está. |
|
tronca, y desde aquí renuncio. |
|
la secta que seguí allá. |
|
teniéndole por falso todo, |
|
Cuanto dice el Alcorán, |
|
Pero para ser cristiano |
|
¿qué necesario será? |
|
que, instruido en los preceptos |
|
que creer debes y guardar |
|
seas y que te bautices. |
|
¿Quién me los enseñara? |
|
¿Y quién ha de bautizarme? |
|
los dos oficios hará. |
|
mi amor, que en tu corazón |
|
Yendo estoy tu verdad, |
|
¡Oh, clementísima Reina! |
|
Que debes creer sabrás |
|
en un Dios, y que este Dios |
|
con una divinidad |
|
ese de tres personas, el cielo |
|
Padre e Hijo natural, |
|
ser espíritu santo, siendo |
|
todas tres un Dios no más, |
|
con una naturaleza |
|
y una misma voluntad. |
|
y tu entendimiento me debe. |
|
creer que de cuanto hay |
|
Criado es el Criador |
|
y Salvador, porque da |
|
gracia al hombre y le perdona. |
|
pecado la maldad. |
|
descendió a la obscuridad? |
|
de los infiernos triunfante. |
|
que resucitó y que está |
|
puesto a la diestra del padre, |
|
que ha de venir a juzgar |
|
a los malos y a los malos. |
|
y que resucitaran. |
|
todos en sus propias formas. |
|
para tener y gozar |
|
inmortal gloria los buenos. |
|
¿Quieres desbastir? |
|
Quiero, soberana Reina, |
|
¿Y cómo te has de llamar? |
|
Don Pedro tu nombre será. |
|
Sea así. |
|
Las dos rodillas |
|
poner el suelo. |
|
Ya están |
|
Pues, Pedro, yo te bautizo, |
|
en el nombre. |
|
¡Qué piedad! |
|
del padre y del hijo, y dél |
|
Espíritu santo, ya |
|
¿Eres cristiano? |
|
Y lo muestra. |
|
el gozo espiritual, |
|
que en mi siento os virgen pura, |
|
fineza tan singular, |
|
os debe un bárbaro. |
|
Lleno. |
|
bárbaro, y no lo serás. |
|
en vuestro favor confío. |
|
Mas mostradme en qué pagar |
|
parte de tanta merced. |
|
No en tres, en Toledo más. |
|
Harelo así. |
|
Parte a Roma. |
|
donde obediencia darás |
|
el vicario de mi hijo. |
|
Así |
|
y lo que sabes te falta |
|
te acabará de enseñar |
|
lo que me mandáis hacer. |
|
Más quisiéraos suplicar |
|
si una madre recibida |
|
licencia de pedir daño? |
|
otra celestialdad, señora, |
|
que alumbréis la ceguedad |
|
de Castilda y la saquéis |
|
de aquel error en que está. |
|
trayéndola de mi ley |
|
¡Qué infalible verdad! |
|
¿Eso me pides? |
|
señora. |
|
Es muy grande el natural. |
|
amor que la tengo. |
|
Pintés. |
|
Alza los ojos verá |
|
sin que impida la distancia, |
|
que oír puedas y mirar |
|
El Estado venturoso |
|
en que tu ruego estaba. |
|
entre, señor, a la gracia. |
|
Por la puerta del bautismo, |
|
borrando del paganismo |
|
en mi alma la desgracia, |
|
diome la esperanza audaz. |
|
la caridad, intención, |
|
la fe me dio posesión |
|
y vos, eterna bondad, |
|
fe, esperanza y caridad, |
|
disteis a mi pretensión? |
|
No solo el alma quedó, |
|
limpia en el baño sagrado, |
|
sino también el llagado. |
|
Tente, enfermo, cuerpo sano, |
|
sepa agradeceros yo, |
|
mi Dios, de este bien la palma, |
|
no haya en mi fineza calma |
|
no haya en mi amor problema. |
|
de agradecer la salud |
|
alma os debe el cuerpo y el alma. |
|
don Pedro no olvide |
|
esta singularidad |
|
con que eres favorecido. |
|
de la Virgen. |
|
ni olvidar. |
|
quieras lo que te ha mandado. |
|
Piadosa Reina, abogada |
|
por nosotros, pues que sois |
|
el iris de nuestra paz. |
|
Confiad, confiado, confiad |
|
en el glorioso atributo |
|
de ciprés bajó a sanar |
|
vuestra dolencia remedio. |
|
para el contagio eficaz. |
|
Y como ya victoriosa |
|
vuelve del triunfo en señal |
|
es el que descendió ciprés |
|
convertido en palma va. |
|
Confiad, |
|
Si confiamos, señora, |
|
y por este sin igual. |
|
de ver que en ellos recibo |
|
de la vuestra Celia. |
|
y, cautivos, por la merced que os debimos, |
|
¡Virgen, en este lugar |
|
eternos serán al mundo. |
|
los valles de Sopetrán. |
|
A este lugar de donde vengo |
|
vuelvo con mucha astucia disfrazado. |
|
por ver si socorrido |
|
del ardid que he intentado. |
|
se puede ver mi engaño cauteloso. |
|
Alí, mas ya no alí, Pedro dichoso, |
|
porque aquélla le quiso, cuya huella |
|
mis cerviz doma y mi cabeza. |
|
volvió de Roma, adonde fue enseñado |
|
si ya no lo iba él; pero ¿quién duda |
|
siendo de tal voz catequizado, |
|
llegó perfecionado, |
|
Pues no hay idea rudo |
|
por más que habrá sea a sutil lima, |
|
donde su voz fuerza aquella voz imprima. |
|
volvió de bodo y esta ermita pobre |
|
fábrico de limosnas que ha pedido |
|
¿Qué noticia le juré |
|
al dolor afligido, |
|
cuyo recuerdo es siempre la malicia. |
|
y que al remedio falte la noticia. |
|
Pero donde no duerme lo que alienta |
|
y desvelado está lo que a tormenta |
|
Aquí en un lienzo retratar procuro |
|
que hasta su habilidad es mi enemiga. |
|
aquella aurora pura |
|
si es fuerza que lo diga. |
|
dígalo sin rodelos mi tormento. |
|
de costarme menos sentimiento. |
|
aunque mi oído de mi voz se asombre, |
|
pronunciar su atributo que su nombre. |
|
aquella aurora a quien debió la vida, |
|
del alma, que fue de tan triste suerte, |
|
memoria dolorida. |
|
Aquella, en fin, suprema mujer fuerte, |
|
que antes tuvo en la idea sus enojos, |
|
y después alumbró sus ciegos ojos. |
|
a intento de que sea venerada, |
|
en este sitio su beldad copiada, |
|
mas no ha de conseguirlo, aunque le ayudan |
|
celestiales ministros al intento. |
|
que mis cautelas mudan. |
|
su fácil pensamiento, |
|
temiendo que si alcanza |
|
perfección esa obra o semejanza, |
|
no dejen en el mundo sus favores, |
|
en que puedan vengarse mis rencores. |
|
y no sola la copia que pretende |
|
no ha de lograr; pero la ley que sigue |
|
ha de dejar también con qué me ofende |
|
que para esto mi engaño le apercibe. |
|
en apariencia humana. |
|
Yo, con la forma de su hermana, |
|
a cuya persuasión que trueque espero |
|
al falso culto, el culto verdadero. |
|
que aunque Casilda a verle rodiciosa |
|
de su vuelta a Castilla, alegre viene |
|
atenta y religiosa, |
|
mi cautela previene. |
|
quien la estorbe, llegar al fin, que intenta |
|
ando con su afrenta deseando |
|
es que ya de en mi destoro |
|
en quien su triunfo |
|
Comience, pues, la trama. |
|
de mi infernal astucia prevenida. |
|
y este ardor que me inflama, |
|
tenga en mis prevenciones acogida. |
|
descanse alguna vez mi sentimiento. |
|
y esforzando mi engaño con mi acento. |
|
mi intento afia adelante. |
|
¿Quién guíe a un perdido viandante? |
|
¿Qué ha de la ermita, hermano? |
|
¿Quién llamar aquí? |
|
¿Quién llama? |
|
un caminante perdido |
|
que de Burgos a Navarra |
|
Pasa |
|
Perdido venís. |
|
Decís muy bien. |
|
fue la causa. |
|
mi presunción. |
|
¿Cómo así? |
|
No creyó mi confianza |
|
ni aun lo cree mi soberbia. |
|
que podrá errar en nada. |
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solo Dios errar no puede. |
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Esto ahora me faltaba, |
|
Decidme el camino. |
|
Allí estará, y ha mirado |
|
Parece que moro sois. |
|
Aunque estar moros, él hablas, |
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estar cristianilio, Hamete, |
|
pero gracia Dios. |
|
de mi hermana. |
|
sabré, pues venís de Burgos. |
|
¡Esto es lo que yo esperaba! |
|
¿Ella? |
|
le junta no os diga |
|
os la dio su respeto. |
|
en que se ocupa la Infanta, |
|
de Toledo, que después |
|
supe que era cristiana. |
|
otra hazaña no he sabido. |
|
Eso si noticias tantas den. |
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tengo, como quien hallado, al lado. |
|
de rey don Fernando estaba. |
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Muchas veces no es castildad |
|
¿Por quién preguntabais? |
|
Sí, señor. |
|
Casi le haces alguna |
|
pues en Toledo se halla |
|
¡Válgame Dios! |
|
¿Qué os espanta? |
|
Pues ¿cómo en Toledo está? |
|
Pareciole que iba errada. |
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en haber mudado ley |
|
y volviose a la pasada, |
|
y así en Toledo reside |
|
con Almenar. |
|
Dios me valga. |
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valerme Mahoma, no. |
|
Mahoma andar noramalas, |
|
valerme quien Dios querer. |
|
Bien tengo, por que |
|
si vuestra voz no me engaña. |
|
Pues yo, ¿por qué he de engañaros? |
|
Esta es materia tan llana, |
|
que nadie la duda, ahora |
|
espíritu con la falsa |
|
acudamos a ampararlo. |
|
¡Ay, infelice de mí! |
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se debe discurrir. |
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breve más peligra |
|
mora, aunque sea |
|
valerla. |
|
Ya la sombra |
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con cuerpo para el amor. |
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y del arzón la derriba. |
|
y a este lugar la tres. |
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Pero aún no regara |
|
¡Ea, astucias mal doloradas! |
|
que esta ha de lograrse, aun |
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quiera el cielo en varas |
|
¡Alienta mujer! |
|
y tú trae un poco de agua. |
|
de la ermita. |
|
Sí, beber. |
|
vino con agua matarla. |
|
¡Ay, señor! |
|
¿Qué te alborota? |
|
Merced que ser tu hermana. |
|
¿Qué dices? |
|
¡Válgame Dios! |
|
Puesto que aquí no hago falta, |
|
Voy a embarazar que llegue |
|
pues ya en el valle se halla |
|
Casi lida a que pueda verla, |
|
porque del todo engañada |
|
que de su imaginación |
|
En esta apariencia vana. |
|
¿Andarse sin dar limosna? |
|
que pedir para la virgen |
|
que a mi amo estar pentacha. |
|
¡Quita, majadero! |
|
del enfermo estar su alma. |
|
¡Qué confuso Pedro está! |
|
pues su traje me da causa. |
|
fingiré no conocerle. |
|
amigo a quien debí en tanta |
|
A Azucena socorro, dime, |
|
si habitas esta comarza, |
|
¿Dónde podré hallar a un hombre |
|
que antes allí se llamaba |
|
hoy ahora se llama Pedro, |
|
olvidado de su patria, |
|
su religión y su nombre, |
|
su calidad y su fama. |
|
mujer que antes fuiste mora, |
|
y después fuiste cristiana. |
|
y ahora eres mora, según |
|
Tu vestido lo declara. |
|
y mi novicia mujer. |
|
que es lo mismo que mudanza |
|
¿No conoces que estás ciega? |
|
no solo en seguir la falsa, |
|
Ley que sigues, olvidando |
|
sino dadera en que estabas. |
|
fui allí, y ya por la Gracia |
|
De Dios soy Pedro, que aquella |
|
pura, aurora soberana, |
|
me llamo así en el bautismo. |
|
Juanillo se llama. |
|
si llamar antes Hamete |
|
que primera vez que el agua |
|
no saber mal estar cuando |
|
en cintura cabeza echarla |
|
no creí así le ocasiones, |
|
que fuese su pertinacia, |
|
tal, que olvidando la ley |
|
que aprendiste en tu crianza |
|
en otra vivieses bien, |
|
que tuvieses, al mudarla, |
|
disculpa, cuando a los rayos |
|
de aquella mujer que llamas, |
|
Tú, aurora, pegaste, viendo |
|
destruidas tus escuadras. |
|
pues por quitar un riesgo |
|
no admiro que no evitaras |
|
otro más que perseveres. |
|
en error que te infama. |
|
no lo puedo disculpar. |
|
puesto que libre te hallas, |
|
del peligro en que te viste. |
|
sin que te sea de importancia, |
|
mi ejemplar, pues entendiendo |
|
que mi salud se fundaba |
|
en aquel baño o bautismo, |
|
fui para ganar cristianas. |
|
de serlo de decir. |
|
de lo que me hallé sana. |
|
Tampoco yo creí |
|
ni aun agora a creerlo alcanza. |
|
mi razón, como serpueste, |
|
que en las piadosas entran, |
|
que siendo moramos trasto, |
|
que no siéndolo mostraras, |
|
una intención tan aleve, |
|
tan cautelosa y tan falsa, |
|
como pretender borrar |
|
aquella agua saberana |
|
que se recibe en el cuerpo. |
|
y se eterniza en el alma. |
|
Yo no tuve intención. |
|
¡Mientes! |
|
que yo le vi dando gracias. |
|
serían de mi salud |
|
en su nima desesperada, |
|
Mujer, ¿qué es lo que me quieres? |
|
¿Y no me llamas tu hermana? |
|
Yo no tengo hermana mora. |
|
Hoy verás que se aventaja. |
|
mi fineza a tu fineza. |
|
pues no hace la circunstancia. |
|
de ver que otra ley profesas |
|
en mi cariño mudanza nocto. |
|
Hermano, |
|
Volvamos, moros. |
|
que estar llorando tu hermana. |
|
¿Qué dices, infiel? |
|
Decís |
|
que volvamos de palabra |
|
moros, porque no llorar. |
|
pura aurora soberana, |
|
¡Virgen María! |
|
a finezas de amante, |
|
que nació en nuestra infancia. |
|
si fue humilde paves |
|
Es ya soberbia. |
|
mi amor te persuade, |
|
a enmendar una infamia |
|
que en tus gloriosos triunfos |
|
tu punto nos agravia. |
|
de las armas de tu voz. |
|
Te vales, Sirena ingrata, |
|
para esta traición, no te oigo. |
|
canta con él, porque traición se llama. |
|
la que un desdén borra, |
|
y una ventura labra. |
|
Decid bien. |
|
¿No dice? |
|
y a las otras templadas |
|
convierten en caricias |
|
las que intento venganzas. |
|
la temida corona |
|
que sus sienes enlaza, |
|
Si su dolor te obliga, |
|
trono hará de tus plantas |
|
el cetro de oro ofrece |
|
que tanto Imperio manda. |
|
al más templado indicio |
|
¿En qué hallaré en tu mudanza |
|
Déjame, dulce veneno, |
|
¡Alevosamente! |
|
el alma por el oído? |
|
¿Por qué él desagrada? |
|
que un blando acento explique. |
|
lo que un afecto manda? |
|
No me desagrada, pero di: |
|
me ofende. |
|
De aquí a mañana |
|
de poder cantar sin querer. |
|
porfiemos esperanzas. |
|
el traje indigno trueca, |
|
a la decente gala |
|
que el oro, aun siendo oro, |
|
que sepulcro o se esmalta, |
|
de esa cárcel grosera yo, |
|
tu airoso talle saca, |
|
no le des al descuido. |
|
lo que al cuidado dabas. |
|
cifras de mi fineza. |
|
guarnecen su almalafa, |
|
capellar y jurbante. |
|
de mi mano bordadas. |
|
Admite en sus lazadas |
|
de mi firmeza amante. |
|
la imagen retratada. |
|
¿Querer que te vestir? |
|
Ser tu solio aguarda. |
|
en señal de tu triunfo. |
|
pisando vuestras fragancias, |
|
en matizadas flores |
|
imprimirá su estampa |
|
el bruto que en tu aplauso |
|
el freno de oro das a |
|
Yo tu palafrenta |
|
iré siendo, si alcanza |
|
mi ruego, que una choza |
|
troques por un alcázar. |
|
en porque quede vana, |
|
de vencer tu entereza. |
|
ni queja enamorada? |
|
Pues si mi ruego no basta |
|
me valdré de la violencia |
|
que cien moros me acompañan, |
|
porque si libre te excusas, |
|
como prisionero vayas. |
|
de tu terneza castidad, |
|
temo más que a tu amenaza |
|
que si de ti me defendo, |
|
de los mojos de tu guarda, |
|
aunque fueran más que flores, |
|
de verde valle esmaltan, |
|
¿Tengo yo quien me defienda? |
|
Pues mi amor te persigua. |
|
no puede amar que a sentir. |
|
tu error, infelice hermana, |
|
siendo mis ojos las lenguas |
|
que mi tormento declaran. |
|
Vuélvete a Dios. |
|
No es posible. |
|
Pues de mi vista te aparta. |
|
Vencerate la violencia, |
|
¿Quién rindió aquí mis escuadras |
|
y quien a mí me rindió |
|
triunfará de tu arrogancia. |
|
¿No lo sabes? Disfrazada |
|
yedra de mi huella firme. |
|
¿No ves tu frente abollada? |
|
Deja esa forma. |
|
engañosa y a la restancia |
|
del horror te precipita, |
|
con esos que te acompañan, |
|
Vencido voy de tus luces. |
|
rasgué sus duras entrañas. |
|
la tierra, y de este tormento |
|
alivio nos den las llamas. |
|
valerme, virgen María. |
|
pues merced tan soberana |
|
señora, queréis que os deba? |
|
quien no os lo merece en nada. |
|
tu devoción y tu afecto. |
|
segunda vez me trasladan |
|
esfines a la tierra contigo. |
|
impresa que dé en tus ojos |
|
con mi presencia, con que haya |
|
devoción a esta erma. |
|
que fervoroso me azor |
|
culto mi retrato traiga, |
|
siendo Pedro venturoso, |
|
de verme la tercer causa |
|
porque con cuidado vivas |
|
advertirte cuán cercana |
|
tienes tu muerte, supuesto |
|
que el día que colocada |
|
que vendrá presto a este altar. |
|
Vea de tu amor mi estampa |
|
será de tu feliz vida. |
|
el último, porque vayas |
|
por el reino que dejas. |
|
a lograr el que te aguarda. |
|
Señora, |
|
Señora, pero |
|
Yo os podré andar. |
|
quien muchas almas |
|
tuviera para ofreceros |
|
por honras tan declaradas, |
|
Pero pues no puedo muchas |
|
esta que os di soberana. |
|
reina de los Serafines, |
|
os vuelvo a dar veces tantas |
|
cuantas son locuras como el cielo. |
|
finezas que vuestra gracia |
|
me hace? |
|
Vamos a pintar, |
|
Juan, que por ver venerada |
|
brevemente aquí a la Virgen, |
|
Daré de muy buena gana |
|
pusa al pincel, pues podrá |
|
decir mi justa alabanza |
|
que me ha costado la vida. |
|
la postrera pincelada. |
|
¿Prisa tener de morir? |
|
muerte, aunque lo sea muerte, |
|
que ser vida eterna aguarda. |
|
mandamos no ser el diablo |
|
que volver aquel fantasmal |
|
Y sé por qué de la compañía |
|
¿Del Rey te apartas? |
|
mis amantes ansias dan. |
|
ocasión a mi porfía? |
|
según pública intención, |
|
de verse con Almenar, |
|
en estos valles, y cuando |
|
el Rey de Burgos partía, |
|
Tuve noticia que aquella |
|
que neguía como estrella, |
|
¡Ay, Beltrán, también salía |
|
de la ermita que labró |
|
con celo amante y cristiano. |
|
a verse aquí con su hermano. |
|
con Ruy Velázquez y yo |
|
aunque su virtud venero, |
|
que tu belleza adoro. |
|
todo lo demás ignoro. |
|
y sólo sé que me muero |
|
con ánimo de templar |
|
la crueldad que siempre hallé, |
|
y aquí la vengo a buscar. |
|
¿A Casilda? |
|
¿Qué te asombra? |
|
¿Qué te impacienta? |
|
¡Alá santa! |
|
ejemplo de penitentes, |
|
vienes a buscar? |
|
¿Qué dices? |
|
Hombre, por Dios, que te acuerdes |
|
¿De qué eres mortal? ¿De qué hay |
|
para amantes descorteses. |
|
que es descortesía y grande |
|
a la virtud atreverse |
|
sin remedio para nunca. |
|
un infierno para siempre. |
|
mira que hay unas calderas |
|
de pez y rejina ardientes. |
|
donde torpezas se asan, |
|
y liviandades se cuecen. |
|
Mira que hay unos diablillos |
|
de los lascivos corchetes, |
|
que con unos garabatos |
|
de lumbre las almas prenden. |
|
y mira tú que estás |
|
cansado e impertinente. |
|
Ven acá, necio, mi amor, |
|
adecentes no se encamina. |
|
¿Luego quieres? |
|
casarte con ella? |
|
ese deseo me mueve. |
|
Pues ¿cómo al rey don Félix, |
|
Dices que solamente |
|
¿Con Leonor has de casarte? |
|
Porque su empeño pretende |
|
no contradecir mi labio. |
|
¿Ya, Leonor, por qué la mientes? |
|
Porque ella al Rey lo contrario |
|
que le digo no le cuente. |
|
Y doy que quiera casi llama. |
|
tu engaño no ha de saberse? |
|
¿Y qué remedio tendrá |
|
de lo que a saberse después llegue. |
|
Mandar el Rey |
|
que la justicia mantiene |
|
como sabemos, señor, |
|
enojado desconsejaste. |
|
la cabeza de los hombros, |
|
que a los pies te la peguen. |
|
Tened a Casilda mi amor, |
|
Venga lo que viniere. |
|
¿Hay amantes precisos? |
|
y tú lo estás lindamente. |
|
¿Pues cómo tengo de estar |
|
si los ojos no me mienten, |
|
cuando veo que alumbrando |
|
las flores de ese tapete, |
|
que estas campañas matiza, |
|
el sol de Castilda viene. |
|
cuando veo la esmeralda |
|
a mis ojos valeroso! |
|
Fortuna de Lara? |
|
Valiente |
|
¡Oh, Red vanillo! |
|
Beltrán? |
|
Pues ¿qué accidente |
|
¿Qué te ha traído? |
|
es que nada te reserve |
|
profesamos. |
|
Que esté siempre |
|
Allí mi astividad tiene |
|
a Casilda del cansancio, |
|
obligada porque llegue |
|
a ocasión más oportuna. |
|
¿Qué, Pedro, se suspende? |
|
Casilda, descansa allí. |
|
mientras Reduán no se ausente. |
|
no la perderé de vista, |
|
en lo que, sin conocerte, |
|
te iba a preguntar, diré |
|
parte de lo que me mueve |
|
a llegar aquí. |
|
Prosigue. |
|
¿Que esta industria ha de valerme? |
|
mucho; sabe que Almenar |
|
que marchando cerca viene. |
|
a verse con don Fernando. |
|
tu rey, a Castilda ofrece |
|
a quien antes que las paces |
|
rompa a Casilda le lleve, |
|
Noble cristiano sea. |
|
o si moro sea de suerte |
|
Y como tan soberano |
|
premio, no es bien que desprecies |
|
nadie, habiendo a mi codicia |
|
llegado que hoy pretende |
|
verse con su hermano aquí. |
|
retiran estas paredes. |
|
codicioso de tal dicha, |
|
Cerca está. |
|
¿Qué dices? |
|
Como tú yo no la vieses. |
|
No, Reduán. |
|
Así mi engaño |
|
su nuevo deseo enciende. |
|
en el temor de perderla. |
|
pues mi amor no me concede |
|
deteneros. Paso adelante. |
|
temeroso de que llegue |
|
este logro, a ser de alguno, |
|
de tantas como la quiebren. |
|
Fuese |
|
Y por disfrazada parte |
|
de donde Casilda viene |
|
porque si no, Beltrán fuera, |
|
¿Posible que no se fuese? |
|
¿Y qué resuelves? |
|
asista. |
|
de ver perder lo que quiere, |
|
¿Hay quien, bárbaro, pregunte |
|
a un amante que resuelve? |
|
Y en ese caballo, Elvira, entré |
|
del tuyo también deciende. |
|
y estas peñas nos amparen. |
|
de la amenaza que ofrece |
|
ya es campa y rayos. |
|
son, señora, los que llueven. |
|
Leonor y Elvira son éstas. |
|
Y esto que cae de repente. |
|
¿Qué será? |
|
sale el de mi prevención mía. |
|
para que si no resuelve |
|
fortuna, el delito ocasión |
|
¿Vales? |
|
haga el error el acaso. |
|
no hiciere... Que la advertencia |
|
Adiós, luz de él. |
|
Por esta parte |
|
Buscaré a Casilda. |
|
es de la ermita el camino. |
|
otra parte, Leonor y Elvira, |
|
aunque el cielo se obscurece, |
|
de modo que descubrirle |
|
Imposible me parece. |
|
Fiemos de Dios, amigo caso, |
|
Aquí ha hablado gente. |
|
Pero no se ven los bultos. |
|
¡Oh, si a Castilda pudiese solo |
|
encontrar. |
|
Yo haré que la halles, |
|
No, Ruy Velázquez, me dejes. |
|
No te dejaré, señora, |
|
tan venturosa? |
|
No hablé. |
|
Buen consejo me previene |
|
Discurso tan jugo |
|
Si a Casilda |
|
Dios defender no quisiese |
|
Señora. |
|
Esta es la mano, |
|
fortuna, que te pertenece? |
|
¡Pese a mí! |
|
Mi ama ha engordado |
|
Calles en las manos tienes, |
|
mi amo. |
|
Nada hay aquí que yo espere. |
|
a quien fuerza es que confiese |
|
nuestra obligación, el día |
|
que nos alumbra quién eres. |
|
un extranjero en la tierra, |
|
soy a quien redujo a este |
|
sitio el cuidado amoroso, |
|
de una dama, de quien hieles |
|
asistencias, no me apartas |
|
desde antes que naciese |
|
Encargómela el señor. |
|
que me oyó en otro albergue |
|
y para esto peregrino. |
|
es bien que parezca en esto. |
|
que engañarla quería. |
|
quien solo engañar pretende |
|
y como siendo su guarda |
|
su defensa me compete. |
|
del peligro la libre. |
|
de un atrevimiento aleve. |
|
Aquí, y así, si te ofrece |
|
que hacer por ti pueda. |
|
no dudes que aquí me tienes. |
|
¡Qué acento tan agradable! |
|
Mas ¿no me dirás si puedes |
|
¿Quién es esa venturosa |
|
dama que tanto debe? |
|
Pues ¿yo no te conozco? |
|
Si conoces y hartas veces |
|
Mis consejos has seguido. |
|
aunque nunca no me vieses. |
|
Absorto estoy. |
|
No me acuerdo. |
|
mas basta para creerte |
|
que tú lo digas, que imperio |
|
Pero pues te debo tanto, |
|
Dime, ¿qué lugar es este? |
|
por si he perdido el camino. |
|
es el que buscando vienes. |
|
Pues ¿dónde una ermita está? |
|
que ahora se desaparece. |
|
y antes se recogiera? |
|
Detrás de este estorbo verde |
|
y porque la halles, casilda |
|
en mí el brazo de Dios mueve. |
|
del Impíreo, no me dé |
|
eca no puede dejarte. |
|
pues quien está contigo siempre, |
|
Mis ojos, señora, deben |
|
a tu compañía santa. |
|
Y yo a ti te debe este |
|
favor de Dios, y otros muchos, |
|
A tu virtud se los debes. |
|
que aunque favores de Dios |
|
ningún humano merece |
|
si los merecimientos |
|
de Cristo por ellos pueden. |
|
hacer digna a la virtud misma. |
|
para que el favor le premie |
|
Pero mira allí a tu hermano, |
|
que devoto y reverente |
|
un retrato de la Virgen. |
|
está acabando. |
|
que los que le asisten son |
|
según de luz se guarnecen. |
|
celestialdes aprenderé. |
|
Vos, Virgen, no pusieseis |
|
vuestra enseñanza en mi mano. |
|
vuestra imagen en mi mente. |
|
Y si no me mostraran |
|
los colores feliz suerte, |
|
o estoy de vos enviado. |
|
no pudiera parecerse |
|
la copia que imprime el alma. |
|
a la que el lienzo me ofrece. |
|
Mas que es truendo, éste será |
|
¿Quién despertar a que duerme? |
|
vina, deja que envidien |
|
justos celos tu suerte, |
|
Deja tú que sean mis brazos |
|
e mirar tu penitente, |
|
y tu traje humilde. |
|
dulces prisiones alegres, |
|
tierno contra él. |
|
tu alma a la mía estrechen. |
|
Mirar que hacer, no abrazar, |
|
en vez de una hermana un duende. |
|
¿Que te veo? |
|
¡Ay, mi Casilda! |
|
hermano, que puedo verte, |
|
llamarte Pedro aquella |
|
a quien las gracias se deben. |
|
de tu conversión alabo. |
|
al cielo infinitamente. |
|
Este no estar otro diablo |
|
y a llamarse Juan Hamete. |
|
Sontos. |
|
Gracias a Dios |
|
no atreverme. |
|
a abrazaros mi respeto. |
|
es el que la culpa tiene? |
|
Pero perdonad, señor, |
|
mi demostración alegre. |
|
que los contentos olvidan. |
|
las políticas corteses, |
|
Apretadme y esos brazos |
|
que fueron a Dios rebeldes, |
|
ahora que son odios humildes, |
|
¿Qué más premio que este día |
|
de hallaros tan tiernamente, |
|
cristiano? |
|
Pues mientras solí |
|
el retrato de la Virgen. |
|
y colocarle presente. |
|
en su altar, mi devoto, |
|
para que el plazo se abrase. |
|
que tengo para pasar. |
|
a mejor mundo desde este. |
|
a verte morir? |
|
Sí, hermana. |
|
¿Qué es esto lo que Dios quiere? |
|
pero el ruido se acerca. |
|
¡Oh, venturosa millarda! |
|
yo, que tal hermano tengo. |
|
Félix, el que te tiene. |
|
a ti por su hermana. |
|
Aprisa los moros vienen. |
|
Yo primero. |
|
¡Que yo este consuelo viese, |
|
Señor, de veros tan vuestros |
|
loco el contento me tiene. |
|
ya el acierto o ya el error, |
|
mi mano le dio a tu mano. |
|
con poder tan soberano, |
|
que soy tu esposo, Leonor. |
|
y eso así de mi temor |
|
a justa forzosa ley, |
|
pero delante del Rey. |
|
Ya te entiendo. Hará mi amor |
|
señor, de que manda su belleza. |
|
Premio será de mi fe. |
|
Pero no sepa el Rey... |
|
¿Tu locura o tu furia? |
|
Amor y honor. |
|
¿Qué te inquieta? |
|
¿Quise decir que porfían? |
|
¡Hracías a Dios que venían |
|
vestidos en las maletas, |
|
Aún no he dado |
|
¿En cómo esto se pudo? |
|
y así, Virrilla, estoy nunca |
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Bien estás para casado. |
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Los dos Reyes llegan ya. |
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Que no sea justo recelo, |
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Si una cosa los dos quieren, |
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no es muy fácil componerlos. |
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de Toledo vengas debiera. |
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que si verte sin tus tropas dan, |
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Siempre ha sido mi deseo |
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aunque te veo con ellas, |
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Tu incierta amistad me obliga. |
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al resguardo con que vengo. |
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Mi amistad nunca fue incierta, |
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y así no gastemos tiempo |
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y di lo que quieres. |
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tampoco gastarle quiero. |
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y así digo que a Casilda |
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pues volverme supuesto |
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que con tu salvoconducto |
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paso, Casilda, a tu reino. |
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siendo mora, bien decías |
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que en ese caso no niego |
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la obligación más cristiana |
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Entregártela no debo, |
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Y si no, dime, si acaso |
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un cristiano desatento, |
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a Dios y a su ley faltara. |
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amparado de tu cetro, |
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una vez mal le volviera. |
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aunque fuese el movimiento |
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mío de haberle enviado? |
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No sé lo que hiciera en eso. |
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Pues yo en estotro, Admenio, |
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Sé muy bien lo que hacer debo. |
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que un católico Rey |
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Esto fuera errado, desacierto. |
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desamparar a quien Dios |
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le dio su conocimiento. |
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que siendo ya Cristiana, |
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aunque sea el mismo el cuero. |
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diferencio. Y así, |
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aunque la propia concedo. |
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que en tu discurso será |
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ni en la verdad, y así, moro, |
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no entregártela resuelvo. |
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lo uno, por no ser la propia, |
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lo otro, porque no quiero. |
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Echó el Rey por el atajo. |
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Yo premiaré tu buen celo |
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cobrarála mi valor. |
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defenderá la mi esfuerzo. |
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África y Mahoma, amigos. |
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hijos Santiago, y a ellos se le acepta. |
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Daca esa espada, |
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Tómala, que a este poderoso |
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te quitaré yo la suya. |
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Yo a este tío. |
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Pues el cielo |
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es ampara a retirar |
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pídense libros mís aciertos, |
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imitarte para que sepa |
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¡Qué soberano consuelo! |
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Pasa la carta. |
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¡Qué alegría! |
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yo me quedar heredero, |
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de la ermita. |
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tu ermitaño compañero, |
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en dando a tu venturoso |
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Hermano, tierra resuelvo. |
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que a Burgos vuelvas conmigo, |
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donde en otra ermita intento |
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servir a Dios. |
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y contigo yo. |
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dándome primero |
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si eres servido a Leonor. |
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Tuya es. |
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¡Por qué venturoso fin |
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tengan, si le merecieron, |
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los valles de Sopetrán, |
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de este primer argumento, |
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de sus sucesos extraños. |
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convidando, después de esto, |
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para la segunda parte. |
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de Santa Casilda, pues yo |
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que su prodigioso caso |
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sea de más pluma empeño. |