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Soneto | Juan Antonio Garcés | 15-17 | ¿Dónde Sansón está la fortaleza,
con qué heroico la fama te eterniza?
¿Dónde la ciencia, di, que te autoriza,
escoger Salomón a tu grandeza?
¿Dónde David oculta tu nobleza,
aquella santidad que te entroniza?
Si cuando más el bronce solemniza
os desdora el borrón de la Pureza
Mas si a Francisco bien he contemplado,
apagar el ardor que os ha vencido
con el bello coral que ha derramado.
Aun más triunfante cuanto más dormido,
en él para su gloria aventajado,
está lo fuerte, santo, y entendido.
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- LI - | Juan de Arguijo | 15-17 | Cuando en horror medroso y ciego espanto
por los teucros discurre Alecto airada,
y el impío acero de la griega espada
hace crecer con frigia sangre el Janto
Entre las quejas y confuso llanto
de la mísera gente descuidada,
alza la voz Casandra, arrebatada
de profético aliento y furor santo
«En tus cenizas, dice, ¡oh patria cara!,
se guarda el fuego cuya llama ardiente
hará costosa a Grecia esta victoria:
otra renacerá de ti más clara
Troya, por quien tu nombre eternamente
vuelva a vivir en más dichosa historia »
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Soneto | Miguel de Barrios | 15-17 | El primer hombre fui, que, por Dios hecho,
le semejé, de todo cifra hermosa;
y, con gratitud al cielo odiosa,
el quererme hacer grande me ha deshecho.
Dominé el mundo, a mi altivez estrecho,
y por comer la fruta venenosa,
de la muerte en la cárcel espantosa,
me viene grande el más pequeño trecho.
Denominéme, de adamá (que tierra
denota), Adán, (que es «hombre»), por tal modo
que he vuelto a mi materia inanimada
Lo que esta losa hasta mi nombre encierra,
cuando Adán fue pensaba que era todo
y, leído al contrario, ya soy nada.
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- XLV - | Juan de Arguijo | 15-17 | Este soberbio monte y levantada
cumbre, ciudad un tiempo, hoy sepultura
de la grandeza, cuya fama dura
contra la fuerza de la suerte airada
Ejemplo cierto fue en la edad pasada,
y será fiel testigo a la futura,
del fin que ha de tener la más segura
pujanza, vanamente confiada
Mas en tanta ruina nueva gloria
no os pudo fallecer, ¡oh celebrados
de la antigua Cartago ilustres muros!
Que mucho más creció vuestra memoria,
porque fuisteis del tiempo derribados,
que si permaneciérades seguros.
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A la santa paciencia | Juan Francisco Andrés | 15-17 | Del fuego abrasador la llama ardiente,
no examina en Laurencio lo inflamado,
que el calor de las ascuas no ha quemado,
porque en su pecho, incendio mayor siente.
La actividad de Orencio no consiente,
que le refríe del cristal lo helado,
porque el hielo, en pavesas transformado,
confiesa el vencimiento claramente.
Laurencio se acredita de animoso
en las llamas, y Orencio en los cristales,
rayos brilla el amor afectuoso.
Que venzan elementos desiguales,
no es mucho, cuando en parto prodigioso,
la Paciencia les dio fuerzas iguales.
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A mi propio retrato | Álvaro Cubillo de Aragón | 15-17 | Agradece al pincel ¡oh sombra vana!
tanto esplendor, que a breve lienzo fía,
exento a la cobarde valentía
de aquel que huyendo mi verdor profana
Hoy me parezco a ti, mas no mañana
¡Dichoso tú que naces cada día
y el tiempo no podrá con su porfía
poner en ti una arruga ni una cana!
Dichoso tú que el curso fugitivo
de su veloz carrera, despreciando,
siglos apuestas a vivir no vivo
Y sin ventura yo, que siempre dando
cada paso a la muerte, soy cautivo
que sé no vivo, y muero no sé cuando
|
- VI - | Juan de Arguijo | 15-17 | Julia, si de la Parca el furor ciego
permitiera en tu vida más tardanza,
no viera Roma en su mayor pujanza
de las guerras domésticas el fuego;
que semejante en el piadoso ruego
a las Sabinas, la furiosa lanza
redujeras, repuesta la venganza
a paz alegre y a común sosiego
Al detenido daño y armas fieras
tu acelerada muerte abrió camino
rota la fe, que violentada estaba.
Tú sola el istmo de estas ondas eras:
mas acabó la fuerza del destino
vida, que tantas muertes excusaba.
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A la muerte para mejor vida del doctor Juan Pérez de Montalbán | Pedro Jerónimo Mancebo de Velasco | 15-17 | Esta luz que en los términos fatales
amenazada del horror, parece
que en resplandores trémulos fenece
luchando con las sombras funerales,
En Farol (que de sólidos metales
la piedra le construye) permanece
exenta al común soplo, que oscurece
tanto vital ardor de hachas mortales
Atenta aquí la Parca (cuando fiera
extinguir suele toda luz viviente)
midió el golpe fatal de su tijera:
Cortó avivando; con qué más luciente
quedó la llama que a la vez primera,
cuanto va de caduca permanente.
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A Arión Músico | Juan de Arguijo | 15-17 | Mientras llevado de un delfín piadoso
corta Arión el mar, suspende el viento,
y las agua enfrena el blando acento
de la cítara y canto artificioso
Las Nereidas, dejando el espumoso
albergue, al dulce son de su instrumento
tejen en concertado movimiento
festivo coro en el teatro ondoso
Tetis, Nereo y Doris con espanto
oyeron su armonía Ni faltaste,
grande Neptuno, y tú, Glauco, saliste
¡Oh, fuerza ilustre del suave canto!,
si la fiera codicia no ablandaste,
ondas, vientos, delfín, dioses venciste.
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Soneto | Diego Gonzalo | 15-17 | España tuvo el más felice día,
y temió España el más sangriento estrago,
pobló el contento todo el viento vago,
borró el pesar la luz de la alegría.
Nació Felipe Próspero, y debía,
que el Reino le esperaba con halago;
costó su nacimiento duro halago,
que en su Madre temió la Monarquía.
España el parabién te da dos veces,
(pues Mariana, que tanto a deseado)
del riesgo en que saliste con más gloria.
Con que te da el aplauso que mereces
porque añade valor al triunfo osado,
quien se arriesga después de la victoria
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- XXXVI - | Juan de Arguijo | 15-17 | Después que en tierno llanto desordena
Citerea la voz por el violento
fin de su Adonis, y con triste acento
el bosque Idalio a su dolor resuena,
y en flor sobre el acanto y azucena
hermosura, trueca el mísero y sangriento
joven, modera el grave sentimiento,
y el ímpetu a sus lágrimas enfrena;
y no hallando a su tristeza medio
vuelve al usado ornato, y reflorece
del ya sereno rostro la luz pura
Así el pesar con la razón decrece,
desesperado el bien; que tal vez cura
a un grande mal la falta de remedio.
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Soneto | Luis Martín de la Plaza | 15-17 | Nereidas, que con manos de esmeraldas
para sangrarle las ocultas venas
de perlas, nácar y corales llenas
azotáis de Neptuno las espaldas
y, ceñidas las frentes de guirnaldas,
sobre azules delfines y ballenas
oro puro cernéis de las arenas
y lo guardáis en las mojadas faldas:
decidme, así de vuestro alegre coro
no os aparte aquel dios que en Eolia mora
ni con valiente soplo os haga agravios,
¿halláis corales, perlas, nácar, oro
tal como yo los hallo en mi señora
en cabellos, en frente, en boca, en labios?
|
Soneto | Luis Martín de la Plaza | 15-17 | Veo, Señora, al son de mi instrumento,
cuando entona mi voz tu nombre santo,
parar los ríos a escuchar mi canto,
correr los montes y callar el viento.
Y luego, si publico mi tormento,
huir los ricos con temor y espanto,
y ser los montes sordos a mi llanto,
y el viento murmurar del triste acento.
Y es porque haces sus arenas de oro,
traes a los montes un verano eterno,
y das olor al viento que te toca.
Yo deshago, llorando, su tesoro,
traigo a los montes un helado invierno,
y doy a viento el fuego de mi boca.
|
No pises, no; detén el pie de nieve... | Pedro Castro y Anaya | 15-17 | No pises, no; detén el pie de nieve;
no pises esta desmayada rosa,
que a los claveles de tu boca hermosa
la ya marchita púrpura les debe
Esta, que poseyó cetro tan breve
del prado en la república olorosa,
hállete, oh Nise, alguna vez piadosa
si tu retrato a lástima te mueve
Pero si acaso enternecida lloras
la muerte de una flor, oh dueño ingrato,
por ser copia gentil de tus auroras,
Nise, Temed; en que, en tan breve rato,
sin la prolija guerra de las horas,
falte el original como el retrato.
|
Al retrato de Pedro de Valencia, ceramista de Su M | Anastasio Pantaleón de Ribera | 15-17 | De este lienzo la voz, o peregrino,
pórfido calla, bien que no la vida,
hoy del primer pincel restituida,
robada ayer del último destino.
El que admiras silencio, ya ladino
habla en la docta imagen, que mentida
en su primera forma, o repetida
finge la humanidad viviendo el lino
La verdad de esta copia muda yace
aun más que en el pincel que se eterniza
en breve espacio de sepulcro breve
O no el sepulcro, Pedro, se embarace,
el cielo sí, de tu inmortal ceniza,
que el menos grave pórfido no es leve.
|
A fama póstuma del doctor Juan Pérez de Montalbán | Juan López Román | 15-17 | Venera aquesta Pira, o Caminante,
que yace en ella aquel Doctor famoso,
Montano, que en su tiempo dio glorioso
alma a las Musas, de su ser Atlante
Aquel que en lo discreto, y elegante
se vio tan eminente que es forzoso
presumir de su modo milagroso
que no queda en el mundo semejante
O Parca fiera que con mano aleve
-la vida le quitaste al Fénix sólo-
en el arte, y primor de la Poesía!
Aquel que las Hermanas todas nueve
le dieron el laurel del sacro Apolo,
celebrando sus versos a porfía
|
Al lector | Juan de Castellanos | 15-17 | Lector amigo, claramente veo
salir a luz aqueste monumento
sin aquellos matices y ornamento
que por ventura tienes en deseo
Con sólo la verdad lo hermoseo,
porque no pide tanto crecimiento
de variedades, mas detenimiento
del que suele llevar veloz correo
La peregrinación es inexhausta,
la vida breve, vena mal propicia
para me detener en las jornadas
Y ansí vamos de paso, porque basta
en aqueste compendio dar noticia
de las cosas que estaban olvidadas
|
A la muerte de don Rodrigo Calderón | Anastasio Pantaleón de Ribera | 15-17 | En copia amarga de funesto llanto
desata (o Caminante) el sentimiento,
que informa miedos hoy tanto escarmiento,
que lágrimas disculpa, ejemplo tanto,
grave te avise, y te prevenga tanto
Desengaño a la vida, este sangriento,
este helado castigo, que instrumento
de la piedad se ostenta, y del espanto
No natural, violento sí, el destino
(por ley impuesta) derribó homicida
el uso indigno de su altiva suerte
Muriendo humano vivirá divino,
pues el morir le ocasionó su vida,
pues el vivir le aseguró su muerte.
|
Al estrago de la predicación evangélica | Anastasio Pantaleón de Ribera | 15-17 | Pregúntasme, porque con tanto ahínco
repugné el predicar, pues bien podría
con un poco de crítica osadía
subirme al mayor púlpito de un brinco.
Confieso Anian, que los talentos cinco
son ya sólo una vana parlería;
mas con ella, que gana el alma mía,
pues si una flecha en las ajenas hinco
Si al oído estragado me acomodo,
estrago la doctrina; si la templo
con sencillez, a las paredes hablo:
¡O Sacro oficio! ya profano en todo
es Comedia el Sermón, Teatro el Templo,
farsante el que predica, autor el Diablo
|
Sobre el mismo tema | Pedro de la Escalera Guevara | 15-17 | Duerme en el mármol de esta losa fría
aquel sol que ilustró tanto las artes,
que los doctos del orbe en varias partes
lloran de tanto sueño el triste día
La patria dulce en lágrimas envía,
la queja del dolor que le repartes,
huérfana, LOPE, de tus altas partes,
y sin el plecto de tu gran Talía.
Docto varón, o docto, al fin moriste,
para enseñar desde ese monumento
la Parca atroz con tu divina pluma
Que pues docto varón no la venciste,
el ignorante viva, viva atento
al fin último suyo, y no presuma
|
Soneto amoroso | Juan de Jauregui | 15-17 | Burla o blasona la corcilla o gama,
bien guarecida entre su bosque espeso,
del gran lebrel y acosador sabueso,
cuyo ladrido la amenaza y llama.
Mas si, engañada de la hierba y grama,
al raso campo estiende el pie travieso,
muriendo paga su ligero ecceso,
y en vano el gremio de las selvas ama.
Así, mientras cerrado en mi aspereza
viví, burlaba, Amor, de tus rigores;
mas engañóme un rostro lisonjero.
Salí de mí, siguiendo la belleza
de un paraíso con perpetuas flores,
donde a tus manos rigurosas muero
|
A San Ignacio de Loyola | Juan de Jauregui | 15-17 | Ved la columna que descubre senda
en el piélago rubro al pueblo amado,
el fuego y el granizo ved mezclado,
porque el egipcio su amenaza entienda.
Ved sobre el mar, porque su golfo encienda,
el ángel fuerte, de pureza armado,
y en procelosas ondas arrojado,
a Jonás ved que al ninivita enmienda
de Dios ved el espíritu influyendo
sobre las aguas; ved el arca ufana,
que vida ofrece en la borrasca a tantos;
así de Ignacio en la laguna ardiendo
veréis la caridad, que ejemplos santos
pudieron describir, no voz humana
|
A las cenizas del doctor don Juan Pérez de Montalbán | Ángela de Mendoza | 15-17 | Culta pavesa ya, si antes alada,
envidia de las flores, y del Mayo,
que anhelando a lucir ardiente rayo,
a Epitome reduces este nada.
Caúcaso fuiste ya, adonde atada
la idea padeció mortal desmayo,
hoy de cenizas pálidas Moncayo,
urna te ceñirás bien fabricada.
Quieta reposa pues, mientras unida
asciendes a lograr el alto empeño
que desató los lazos de tu vida
Descansa entre las sombras de este ceño,
que después la quietud interrumpida,
verás que en la virtud la muerte es sueño.
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A San Isidro | Felipe Bernardo del Castillo | 15-17 | Los campos de Madrid, Isidro santo,
Ángeles aran, cuando tú arrobado,
estás con Dios y en Dios tan endiosado,
que el héroe labrador da al cielo espanto.
Angélicas cohortes entre tanto
a Iban por ti ministran tu cuidado,
cándidos bueyes, celestial arado,
el campo fructifican sacrosanto.
Aqueste Labrador orando alcanza
con lágrimas de gozo enternecido
labrarse para Dios, darse en tributo.
Las Ángeles que están en su labranza,
por cosecha del cielo le han cogido,
sembrando aquí sus lágrimas el fruto.
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A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán | Pablo de Sotomayor | 15-17 | Del Píndaro Español, del Cisne raro,
que tan dulce cantó con docta pluma,
la forma reducida a breve fuma,
ceniza sella aquí este Mármol Paro.
El que a pesar de envidia, ingenio claro,
nuevo Virgilio fue, prudente Numa,
porque olvido su nombre no consuma
descansa en bronce, contra el tiempo avaro
Aquí el divino Montalbán reposa
Tu afecto mueva a llanto, o peregrino,
su pérdida temprana lastimosa.
Y pues vive inmortal, contra el destino,
de tan grande Varón, tan breve Losa,
venera en paz, y sigue tu camino.
|
Soneto | Andrés Rey de Artieda | 15-17 | A ¿Quién vive aquí? C Un pobre peregrino
A ¿Pues peregrino con hogar y casa?
C ¿No la veis toda ya desierta y rasa,
que sólo esté sobrado quedó en pino?
A ¿Quién os trajo a tal lugar? C Mi sino
A ¿Quién sois? C Soy viento que no vuelve y pasa:
tuve favor del mundo, tuve el asa;
pasó el buen tiempo, y el adverso vino.
A ¿Qué hacéis aquí? C Un cesto, una canasta,
tal vez de mimbre, tal de seco esparto,
con que gano el sustento que me basta.
Y no me vi (os prometo) jamás harto
de pretensiones militares hasta
que el desengaño me alquiló este cuarto
|
Soneto | Benito Arias Montano | 15-17 | Quien las graves congojas huir desea,
de que está vuestra vida siempre llena,
ame la soledad quieta y amena,
donde las ocasiones nunca vea.
En ella de paciencia se provea
contra los pensamientos que dan pena,
y de memoria del morir, que es buena
para defensa de cualquier pelea
Mas el que está de amor apasionado,
no piense estando solo remediarse,
ni con paciencia ni acordar de muerte;
porque la causa trae de su cuidado
dentro en sí, y mientras más quiere alejarse,
la fuerza de amor siente muy más fuerte.
|
Soneto a San Vicente Ferrer | Gaspar de Aguilar | 15-17 | Juan ofreció el jazmín, que es el dechado
de la virginidad maravillosa;
Diego, menor, la trascendente rosa;
Bernardo, amante, el alhelí morado
Domingo, noble, el lirio aventajado;
Antonio, fuerte, la azucena hermosa;
Tomás, sutil, la nepta provechosa;
Lorenzo, mártir, el clavel leonado.
Jacinto, el arrayán de su esperanza;
Pablo, la maravilla de su celo;
Francisco, el trébol, que humildad promete.
Con estas flores dignas de alabanza,
hizo el grande Vicente, para el Cielo,
como era valenciano, un ramillete.
|
Soneto de penitencia | Diego Ramírez Pagan | 15-17 | El cuerpo está de vicios abrevado,
en el profundo el paso detenido,
las aguas de mis culpas han crecido
y hasta el alma mía se han entrado.
Si a pie pruebo a salir, no hallo vado,
si a vuelo, se han las alas derretido,
y queda en mi deshonra mi apellido,
como de Ícaro el golfo señalado.
Si quiero bracear soy ignorante
en el nadar, y pues a todo falto
bonanza de los tristes que navegan
Tu mano poderosa de lo alto
envíala señor, y en un instante
me libra de estas aguas que me anegan.
|
Soneto | Diego Vélez de Guevara | 15-17 | Ora en la fiel cosecha, Lisis grata,
la tierra corresponda a el aldeano
labrador, ora en leche pierda el grano
la piedra, que las mieses desbarata;
o el mar tranquilo ya, la índica plata
en salvamento llegue al puerto hispano,
o ya parte se trague el Océano,
y parte roba el albión pirata;
no lo siento, ni anhelo los fatales
destinos estorbar con dar al viento
y a Dios votos y voces desiguales
No porque yo del mal tenga contento,
mas porque el curso de seguir tus males
no me deja lugar al sentimiento
|
Soneto | Francisco de Olaegui | 15-17 | Llega Javier al cielo, ya Gigante,
en lama, y cuerpo, con la augusta frente
a quien cuanta en la esfera arde luciente,
estrella ceñirá bello diamante.
Medio Orbe al Macedón bastó arrogante,
todo el mundo a Javier no es suficiente,
pues si en llamarse grande aquel no miente,
que renombre a Javier será bastante.
Siempre aspiró a ser más pero su aliento,
no hallando más que ser, ya se ha excedido,
a sí mismo: o Javier siempre portento.
Cuanto otros Héroes fueron no ha podido
eternizarlos, más a tu ardimiento
le sobra la mitad de lo que ha sido
|
Soneto | Francisco de Figueroa | 15-17 | Gasto mis pasos y mis tristes días
tras un deseo loco y engañoso,
que sostiene el vivir dificultoso
con vanas esperanzas y alegrías;
y encontrado mi daño por mil vías,
sin ser abierta senda a mi reposo,
doquier que vuelvo el rostro lastimoso,
hay campo lleno de miserias mías.
Miseria será todo y desventura,
hasta que se ejecute la postrera
en los cansados años de mi vida.
Pagará el pensamiento su locura,
y morirá el deseo cuando muera
el alma, que es vivienda aborrecida
|
Soneto | Gregorio Silvestre | 15-17 | ¿Qué es esto, Dios de amor, que ya no vales?
Las damas dicen que obras son amores
y ya no quieren gracia ni primores,
sino buenas preseas y primores.
Rindiéronse al amor de tres metales:
con oro y plata tiran los mayores
y tiran con el cobre las menores
que todas ellas son interesales.
Bien puede acometerse sin recelo
con un hermoso tiro de moneda
la más pura mujer de las del suelo.
Y cuando algún resabio en ellas queda
con un arpón de raso o terciopelo
las torna amor más blanda que la seda.
|
Soneto | Gregorio Silvestre | 15-17 | Del oro fino son vuestros cabellos,
señora, y de cristal la blanca frente,
los ojos son dos soles en oriente
que al mismo amor, de amor matáis con ellos
Y quiere amor que haga pausa en ellos,
que no hay pasar de allí ni se consiente;
y es cada parte en voz tan excelente
que son dignos de ser de quien son ellos.
De cuanto bueno el cielo acá reparte
tendrá, quien ver supiere vuestro gesto,
mil años que alabar en cada cosa;
cien mil gracias tenéis en cada parte
y hacen todas ellas un compuesto,
que no es la hermosura tan hermosa.
|
¿De qué sirve querer un imposible? | Leonor de la Cueva y Silva | 15-17 | Basta, Amor, el rigor con que me has muerto;
cese un poco, rapaz, tu ardiente fuego,
pues ya del alma el señorío entrego
por los ojos no más a dueño cierto;
y aunque es el bien que añoro tan incierto,
que no pasa de vista, a sentir llego
tu fuerza de manera, que me anego
en mil mares de amar sin hallar puerto
Riño unas veces a mis libres ojos,
mas por respeto de lo que han mirado,
detengo el castigarlos lo posible,
y viendo que padezco estos enojos,
digo entre mí a mi pecho enamorado:
¿de qué sirve querer un imposible?
|
Soneto | Miguel Beneyto | 15-17 | Ya me canso, señora, de cansarte,
y así procuraré seguir tu gusto;
pues lo requiere la razón, y es justo
que nadie persevere en enfadarte
No quiero algunas cosas acordarte,
que son en mi provecho y tu disgusto;
porque dirás que es caso muy injusto
querer por tal camino granjearte
Al fin, señora, porque no te asombre
mi vista ni te cause algún despecho,
te juro de dejar la patria y nombre,
pues bañando con lágrimas el pecho,
borrare, por ser tuyo, aquel renombre,
quedando con tu gusto satisfecho.
|
Soneto | Francisco de Figueroa | 15-17 | Hierbas floridas, verdes, deleitosas,
que con el blanco pie sois oprimidas
de aquella que en su bulto recogidas
tiene todas las gracias más preciosas
Dichosas sombras suaves y amorosas,
tan gratas a la que roba mil vidas
aire que del fino oro desparcidas
las hebras traes revueltas con las rosas;
claras y frescas fuentes cristalinas,
que de bañar en vos sus blancas manos
os quiso hacer mi Filis tanto dignas;
cuando sintáis sus pasos soberanos
direisle, si a mis ojos son benignas,
que no me sean los suyos tan tiranos.
|
De Los hermanos amantes y piedad por fuerza – Jornada primera - Margarita | Fernando de Zarate | 15-17 | De vos me aparto, honor, en tal mudanza,
alegre de mi mal, mi infamia siento,
de qué me servirá tener contento,
si más ha de perder quien más alcanza.
Quíteme amor el bien de la esperanza,
que si van mis desdichas en aumento,
por fuerza ha de dejarle a mi tormento
la memoria por ser lo que más cansa.
Viviendo la memoria ha de matarme;
quitarme la esperanza es darme muerte;
(leño en mar proceloso voy, y vengo).
Pero quiero en mis males consolarme,
tengo esperanza, ¿no? Pues de qué suerte
me ha de quitar amor lo que no tengo.
|
Soneto a Nuestra Señora de Alva | Diego Ramírez Pagan | 15-17 | Sosegado está el mar, selvas y prados,
la hoja y flor su pompa muestra al cielo,
la noche vi rompiendo aprisa el velo
sus caballos herir negros y alados
Scintia deja los campos plateados
de un transparente y cristalino hielo,
resplandecían del señor de Delo
los orientales rayos colorados
Cuando otro sol más puro de occidente
veis donde asoma serenando el día,
y la imagen oriental descolorando.
Y dijo Eterna luz sola y ardiente
sufrid en paz la hermosura mía
que más clara que vos se va mostrando
|
A la vida y costumbre de Nuestra Señora conforme San Epifanio | Andrés Rey de Artieda | 15-17 | Vistió la humilde Virgen lino y lana,
honró en su estado al grande y al pequeño
Ira, cólera o risa, ni por sueño
mostró tener, ni turbación humana
De estatura de cuerpo fue mediana,
rubio el cabello, el color trigueño,
afilada nariz, rostro aguileño,
cifrado en él un alma humilde y llana.
Los ojos verdes de color de oliva,
la ceja negra, arqueada, hermosa,
la vista santa, penetrante y viva.
Labios y boca de purpúrea rosa,
con gracia en las palabras excesiva,
representando a Dios en cualquier cosa.
|
A Lope de Vega | Diego Ximénez de Cabredo | 15-17 | Hoy queda para siempre declarado,
Vaga espaciosa fértil y agradable,
que es el fruto que das inestimable
puro, precioso, rico y regalado.
Pues le ofreces a todos sazonado,
útil al alma y a la vista amable
con una erudición incomparable
y en estilo jamás imaginado
No sólo es digno de que ganes nombre
y le gane Madrid cual madre tuya
honrada de tenerte por su hijo,
mas de que el Tajo nueva envidia asombre
de que al Betis la gloria se atribuya
de hallar Mecenas en don Juan de Arguijo
|
Soneto | Benito Arias Montano | 15-17 | ¿Qué es esto Entendimiento? ¿Qué revuelta
te hace disparar de tu carrera,
que aquello do menor razón se espera
te vas desatinando a rienda suelta?
Solías tú correr, parar, dar vuelta,
movido de la mano más certera
de la razón, llevando por bandera
la vela que el sentido al viento suelta
Desesperado de mi luz avara,
que, cuando más pensaba ir atinando,
muy más sin tino y ciego me llevaba,
sentí, sin sentir cómo, otra tan clara
que aquella que primero me guiaba
me va tiniebla oscura remedando
|
Soneto | Matías Juan Beana | 15-17 | En globo azul, que el euro no violenta,
tranquilidades de su seno undoso,
no hallando en amarguras su reposo,
el pasajero en sed corre tormenta.
Javier Sagrado su desmayo alienta,
y a los clamores míseros piadoso,
solicita el licor venga precioso,
que socorra una pena que atormenta.
A Cristo invoca, de la Cruz pendiente,
cuyo costado (fuente a los mortales)
el bote de una lancha abrió con brío.
Bendijo el mar la Cruz, Sacro Tridente,
y como sintió el ponto en sus cristales,
aquella dulce fuente, se hizo río.
|
A un reloj que juntamente era candil | Anastasio Pantaleón de Ribera | 15-17 | A nuevo ya esplendor restituida
hermosísima luz tu ser mejoras,
pues a la noche las tinieblas doras,
de su seno la sombra desmentida
Si de la edad, que vives repetida,
aun los caducos términos ignoras,
en el índice vuelve de las horas
segunda vez a regular tu vida
O tú feliz, a quien el fin violento
tantos avisan mudos desengaños,
que un momento te da ¡otro momento!
Y yo si en el ejemplo de tus daños,
como llegué a observar el escarmiento,
llego también a castigar mis años.
|
Soneto | Lorenzo Ortiz de Bujedo | 15-17 | Si se oscurece el mundo con la ausencia
del padre de la luz, del sol hermoso,
yo luego con semblante luminoso
sustituyo benigna su presencia
Cuando con melancólica influencia
tiende la noche el manto pavoroso,
mi hermosísima luz del tenebroso
horror, que infunde, burla la inclemencia
Alza al cielo los ojos, y al mirarme,
te llenarás de gozo y de alegría,
sin dejar un momento de admirarme.
¡Oh Luna! Dime ¿quién tanta hidalguía
pudo a ti concederte, y en ti darme?
El ser símbolo expreso de María
|
En el túmulo que fabricó Sevilla a la reina Doña Margarita | Juan de Jauregui | 15-17 | Hoy, por Vandalia insigne y su cabeza,
magnífico sepulcro al cuerpo santo
de Margarita se dedica, en tanto
que el alma goza de mayor alteza
No el rico adorno y la imperial grandeza
mueva a curiosa admiración y espanto
los ojos mismos: que a dolor y a llanto
debe mover, y a funeral tristeza
Ya en cuanto espacio el universo estiende
su grave faz, todo placer destierra
la Muerte, ufana de tan noble palma
Ella se alegre; alégrese la tierra,
que las cenizas envolver pretende;
y el cielo puro, que atesora el alma.
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Al entierro que se hizo en San Esteban de Salamanc | Anastasio Pantaleón de Ribera | 15-17 | Niégate, (huésped) hoy a la partida,
y el llanto logra, que fatal te advierte
este funesto triunfo de la muerte,
este funesto asombro de la vida
Culta es urna del Alba, que dormida
en sueño yace inexorable y fuerte
de eterna siempre noche, o dura suerte
cual cerviz no tembló su grave herida
Al fuero de la Parca luces bellas,
el Alba feuda aquí, de aquel Fernando,
que hoy de gloria sus triunfos enriquece.
Que mucho, pues, se ilustra a las estrellas,
y aun a los mismos cielos ilustrando,
horizontes eternos amanece.
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A Lope de Vega y Carpio | Isabel de Ribadeneira | 15-17 | Si el Español, o el Florentín famoso
vieran de tus escritos la excelencia,
Vaga, a quien el Parnaso reverencia,
quedara cada cual de ti envidioso
Porque tu dulce estilo caudaloso
así de los demás se diferencia,
como entre las estrellas la presencia
del sol al medio curso luminoso
Y pues los ríos, sin faltar ninguno,
cortando montes, o por valles fríos,
al mar van a pagar debido censo:
Aunque no has de crecer con loor alguno,
vaya mi arroyo entre famosos ríos
al Océano de tu ingenio inmenso.
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A don Diego de Lucena, pintor famoso, grande ingen | Anastasio Pantaleón de Ribera | 15-17 | En esa, Diego, lámina excedida
ni del Griego Pintor, ni del Toscano,
a los esfuerzos debe de tu mano
segundo aliento mi segunda vida
Muda la imagen vive, consentida,
no a más que el bulto persuadir humano,
nada el pincel la oculta soberano,
sólo la voz le niega colorida.
No te adquiere esta copia la alabanza
por imitada bien, que los primores
siempre son en tu obrar la menor parte
Mayor admiración, Diego, te alcanza
de que anime tu diestra los colores,
y pueda dar espíritus el arte
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Soneto | Francisco de Segura | 15-17 | Sois sin pecado original criada,
ab eterno guardada y escogida;
que quien os hizo Virgen y parida
os hizo de la culpa preservada
Vuestra sangre divina, inmaculada,
es de Dios hecho Hombre, y nos dio vida;
y gracia de tan alto recibida,
¿cómo pudo de culpa ser manchada?
De Nuestro Salvador, Verbo humanado,
Virgen y madre sois, suma grandeza,
que sobre serafines os levanta.
El dicho de Dionisio sea alabado:
«Que a no saber de Dios la grande alteza,
os tuviera por Dios, ¡oh Reina Santa!»
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La rosa en los cristales de una fuente... | Pedro Castro y Anaya | 15-17 | La rosa en los cristales de una fuente
flor a flor todo el prado desafía;
hermosa en plumas de carmín se abría
a ser narciso en el cristal luciente
Y cuando más purpúrea y floreciente
en copas de rubí perlas bebía,
del achaque de un sol, del mal de un día,
murió: que aun la hermosura en flores miente
¡Oh flor!, el primer paso de tu vida
fue el último también que pudo darte,
antes escarmentada que nacida
¡Oh documento de la humana suerte!
¡Oh verdad de los campos escondida!
¿Quién no se desengaña con tu muerte?
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Soneto | Luis Martín de la Plaza | 15-17 | ¿Qué fiera Alejo de cruel veneno
entró en mi pecho y me privó el sentido?
¿Qué frenesí de cólera encendido
quitó a mi lengua temeraria el freno?
¿Cómo turbé, Señora, tu sereno
cielo, sin ser de rayos oprimido,
pues soy gigante bárbaro atrevido,
y no escarmiento en el ejemplo ajeno?
Rayos, Señora, de tu cielo bajen;
pagaré con mi muerte el mal que debo,
y moriré contento en noche oscura;
porque a mirar la luz aun no me atrevo
del sol; que desprecié su hermosura
en ti, Señora, como en propia imagen
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Soneto | Luis Martín de la Plaza | 15-17 | Tiñe tus aguas en señal de luto,
Guadalhorce, y aumenta tu creciente;
llora, pues no verás eternamente
flor en tu margen ni en tus plantas fruto,
que el dios del mar robó, ladrón astuto,
al que honró sol hermoso tu corriente,
como si de oro y de cristal luciente
rebelde le negaras el tributo
Venganza espera tu afrentosa injuria;
combate al mar con tus arenas hondas,
pide tu sol con guerra, no con ruego,
corre, no temas su arrogante furia,
pues que te dan para vencer sus ondas
agua mis ojos y mi boca fuego
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Eróticas – - VI - | Esteban Manuel de Villegas | 15-17 | Flote la tuya, la contraria armada
acometer feroz, rendir violento;
en el salado mar te ayudó el viento,
Marte en la tierra, en la ocasión tu espada.
Oí a la vil pasión desenfrenada,
ingrato a tu valor, le das aliento,
pues, fuerte capitán, muda de intento,
que quieres ya de una mujer gozada.
La trompa suena, el Parto se avecina,
y el pícaro sutil, que al cielo llega,
tu nombre aclama, tu persona esparce.
Necio me excusas, mucho ignoras Cina,
amor también es guerra, el campo marce,
que si es ciego el amor, la guerra es ciega.
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A Santa Rosa de Lima | Luis Tejada y Guzmán | 15-17 | Nace en provincia verde y espinosa,
tierno cogollo, apenas engendrado
entre las rosas, sol es ya del prado,
crepúsculo de olor, rayo de rosa.
De los llanos del alba apenas goza
cuando es del dueño singular cuidado,
temiendo, se la tronche el rudo arado
o se la aje mano artificiosa.
Mas ya que del cairel desaprisiona
la virgen niña, previniendo engaños,
la corta y pone en su guirnalda o zona
Así esta virgen tierna, en verdes años
cortó su autor, y puso en su corona:
¡oh, bien anticipados desengaños!
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Soneto | Juan B. Camacho | 15-17 | Virgen más pura que el empíreo Cielo,
Aurora en quien se muestra el Sol divino
con esplendor más claro, y peregrino,
que en los demás que visten mortal velo
Ni el ángel que levanta más su vuelo
pudo con vos correr igual camino,
limpia en cualquier instante (así convino)
os hizo Dios con amoroso celo
Esta verdad, con voto, alegre canta
del Sacerdocio santo lo escogido,
lo ilustre, lo acendrado, y más devoto
Y esta es la causa que con fiesta tanta
sólo suene entre el célebre ruido,
Virgen, Limpieza, Sacerdocio, y voto
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Soneto | Juana de Arteaga | 15-17 | Alegres horas de memorias tristes
que por un breve punto que durasteis
a eterna soledad me condenasteis
en pago del contento que me disteis
Decid: ¿por qué de mí sin mí os partisteis
sabiendo vos sin vos cual me dejastes?
Y si por do vinisteis os tornastes,
¿por qué no al mismo punto que vinisteis?
¡Cuánto fue esta venida deseada
y cuán arrebatada esta venida!
Que, en fin, la mejor hora fue menguada.
No me costasteis menos que una vida:
la media en desear vuestra llegada
y la media en llorar vuestra partida.
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- XXXIV - | Juan de Arguijo | 15-17 | A ti, de alegres vides coronado,
Baco, gran padre domador de Oriente,
he de cantar; a ti, que blandamente
templas la fuerza del mayor cuidado;
ora castigues a Licurgo airado,
o a Penteo en tus aras insolente;
ora te mire la festiva gente
en sus convites dulce y regalado.
O ya de tu Ariadna al alto asiento
subas ufano la inmortal corona;
ven fácil, ven humano al canto mío:
Que si no desmerece el sacro aliento,
mi voz penetrará la opuesta zona,
y al Tibre envidiará, el Hispalio río.
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Soneto | Gonzalo de Ayala | 15-17 | Ímpetu superior, amor ardiente
de IGNACIO solicitan el deseo
pendiente de Jesús, dichoso empleo,
unido al bien que admira ya presente
A los divinos rayos de su Oriente
humilde vuela para más trofeo,
y en total suspensión dulce recreo,
luz sobrenatural el alma siente.
Siete días IGNACIO, el cuerpo en calma,
y el alma heroicamente entretenida,
de amores muere, por amores vive.
Despierta con Jesús en cuerpo y alma,
porque en cuerpo y en alma nueva vida
IGNACIO a un tiempo de Jesús recibe
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A Narciso | Juan de Arguijo | 15-17 | Crece el insano ardor, crece el engaño
del que en las aguas vio su imagen bella;
y él, sola causa en su mortal querella,
busca el remedio y acrecienta el daño
Vuelve a verse en la fuente ¡caso extraño!:
del agua sale el fuego, mas en ella
templarlo piensa, y la enemiga estrella
sus ojos cierra al fácil desengaño
Fallecieron las fuerzas y el sentido
al ciego amante amado, que a su suerte
la costosa beldad cayó rendida
Y ahora, en flor purpúrea convertido,
el agua, que fue principio de su muerte,
hace que crezca, y prueba a darle vida.
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A Dido | Juan de Arguijo | 15-17 | La tirana codicia del hermano,
impía ocasión del fin de tu Siqueo,
huiste fiel por el airado Egeo,
Elisa, hasta el término africano.
Donde reliquias del ardor troyano
encendieron en ti nuevo deseo;
y entregaste en infausto Himeneo
al Teucro engañador la fe y la mano
Despreciaste, en tu daño presurosa,
la merecida fama, que destruyes
con el engaño que obstinada quieres
¡Oh en ambas bodas poco venturosa!
Muriendo el uno, perseguida huyes;
huyendo el otro, desdeñada mueres.
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A don Agustín de Salazar y Torres | Pedro de Arce | 15-17 | Del uno y otro Griego Valeroso,
las heroicas hazañas que, describe,
a la inmortalidad las apercibe
el Sabio Homero en plecto armonioso
Heroicas Obras de Héroes más glorioso,
que eterno en el aplauso siempre vive,
hoy logra el tiempo, y este honor recibe,
del Docto Vera, en celo generoso.
Dulces reliquias su amistad traslada
de las inadvertencias del olvido
a la veneración de la memoria;
hoy resuena la Lira celebrada
del Castellano Apolo esclarecido
por él, que en esta fama halló su gloria
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A la muerte de Lope de Vega | Luis Ramírez de Arellano | 15-17 | Vive inmortal milagro peregrino,
que aconteciste raro a nuestra España
en cuanto el mundo en ti se desengaña
de que abriste a las Musas el camino
Ya callará la envidia del destino
obediente a su bárbara guadaña,
vive, vive inmortal, pues te acompaña,
toda una eternidad para divino
De tu gran monumento voto sea
cuanta del Pindo devoción ardiente
fue en otro tiempo en aras y en altares
Porque la envidia a su despecho vea,
que asiste a LOPE en culto reverente
de tres orbes la fe, de cuatro mares
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A Raimundo de Peñafort | Juan Francisco Andrés | 15-17 | Peña fuerte es Raimundo en su apellido,
y rey del mundo el nombre le publica;
aquél su fortaleza santa explica,
y éste cuanto hay mortal muestra rendido.
El elemento más embravecido,
cuado el mato en las ondas su fe aplica,
el viento mansamente en él se implica,
hasta haberle en la playa conducido.
Triunfó del mar airado y de los vientos,
y cuando sus preceptos obedecen,
muestra el mundo menor sus movimientos.
En unos y otros los prodigios crecen,
pues penden de su voz dos elementos,
y lo hombres escuchan, y ensordecen.
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Soneto | Álvaro Cubillo de Aragón | 15-17 | Llegó a la suma elevación Mariana,
pisó la última línea sus grandeza;
adoleció en lo grande; ¡qué fineza!
del peligro vivió ¡qué soberana!
En púrpura, en clavel, en nieve, en grana
la esmeralda rompió de su belleza;
ocasionando el riesgo a tanta Alteza,
flor que desabrochó su Abril temprana.
Dio a España sucesor, hizo inmortales
las victorias de sustos, y temores
con el laurel debido a tanta hazaña
Viva, y el Sol la de rubios cendales,
sobre azafates de encarnadas flores,
gloria a Felipe, y Príncipes de España.
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A la muerte de Raquel | Miguel de Barrios | 15-17 | Llora Jacob de su Raquel querida
la hermosura marchita en fin temprano,
que cortó poderosa y fuerte mano
del árbol engañoso de la vida
Ve la purpúrea rosa convertida
en cárdeno color, en polvo vano,
y la gala del cuerpo más lozano
postrada en tierra, a tierra reducida
«¡Ay! dice, ¡gozo incierto! ¡gloria vana!
¡mentido gusto! ¡estado nunca fijo!
¿quién fía en tu verdor vida inconstante?
Pues cuando más robusta y más lozana,
un bien que me costó tiempo prolijo
me lo quitó la muerte en un instante »
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- XLVI - | Juan de Arguijo | 15-17 | No los mármoles rotos que contemplo,
reliquias nobles de la gran Cartago,
ni de Numancia el miserable estrago,
ni los despojos del efesio templo:
no de Sagunto el fin, único ejemplo
de la lealtad y de su injusto pago
decrecen mi dolor, ni satisfago
con su memoria el mal que nunca templo
Bien que prueba tal vez la fantasía,
mas en vano, aliviar su desventura
con el desastre de sucesos tales;
mas la razón advierte que confía
en remedio engañoso, si procura
con los ajenos consolar sus males
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- LII - | Juan de Arguijo | 15-17 | El jabalí de Arcadia, el león Nemeo,
el toro a los cien pueblos pavoroso,
cayeron a mis pies, y victorioso
de la hidra me vio el lago Lerneo
El can de tres gargantas y Tifeo,
fieras guardas del claustro tenebroso,
no burlaron mi intento generoso
ni le valió caer al fuerte Anteo.
Ejemplos de mi ilustre vencimiento
son Aceloo, Busiris y Diodemes,
y el rey a quien huir Hesperia mira
Mas ¿por qué ufano mis historias cuento
cautivo en tu prisión? ¡Cuánto más puedes
si me rendiste, oh bella Deyamira!
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- XLIII - | Juan de Arguijo | 15-17 | Si pudo de Anfión el dulce canto
juntar las piedras del tebano muro;
si con suave lira osó seguro
bajar el Tracio al reino del espanto;
si la voz regalada pudo tanto
que abrió las puertas de diamante duro,
y un rato suspendió de aquel oscuro
lugar la pena y miserable llanto;
y si del canto la admirable fuerza
enternece los fieros animales,
si enfrena la corriente de los ríos:
¿Qué nueva pena en mi dolor se esfuerza
pues con lo que descrecen otros males
se van acrecentando más los míos?
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A su amada | Miguel de Barrios | 15-17 | En el coro de amor con voz sirena
corazones atraes, vidas encantas,
Nise divina, con dulzuras tantas,
que reduces a gloria lo que es pena.
Suspendida no canta Filomena,
la suavidad oyendo con que cantas,
y a las métricas voces que levantas,
el céfiro en los árboles no suena.
El arroyo entre flores detenido
al dulce quiebro de tu dulce lira,
queda en florido tálamo dormido.
Pues si como tu luz, tu canto admira
a quien falta razón, vida y sentido,
¿qué hará con alma quien por ti suspira?
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- L - | Juan de Arguijo | 15-17 | Pudo con diestra lira y dulce canto
bajar Orfeo a la región oscura,
y dl dolor que eternamente dura
la fuerza suspender y el triste llanto
Del divino concento pudo tanto
la fuerza, y de su fe constante y pura,
que a recobrar su prenda mal segura
halló entrada en los reinos del espanto
Venturoso amador, si no rompiera
el precepto fatal, y conservara
el bien que con tan largo afán conquista
Mas ordena, ¡ay dolor!, la suerte fiera
que cuando con la dulce voz ganara,
vuelva a perder con la atrevida vista
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Competencia entre la rosa y el sol | Isabel de Castro y Andrade | 15-17 | Púrpura ostenta, disimula nieve,
entre malezas peregrina rosa,
que mil afectos suspendió frondosa,
que mil donaires ofendió por breve.
Madre de olores a quien ambas debe
lisonjas, no por prenda de la diosa,
mas porque a los aromas deliciosa
lo más sutil de los alientos bebe
En prevenir al sol tomó licencia:
sintiólo él, que, desde un alto risco,
sol de las flores halla que le incita;
miróla al fin ardiente basilisco,
y, ofendido de tanta competencia,
fulminando veneno la marchita.
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A Rómulo que mató a su hermano Remo | Juan de Arguijo | 15-17 | Las armas tomó apriesa el esforzado
Quirino, de su hermano mal seguro;
y en la nueva ciudad el primer muro
con la sangre fraterna fue manchado
Primero dividido que fundado
sintió el pueblo en su daño el hierro duro,
presagio cierto del rigor futuro
que amenazaba el disponer del hado
No consintió a sus ojos ver presente
algún igual al ánimo ambicioso;
ni sufrió compañero la corona
Al natural amor venció impaciente
el amor de reinar, más poderoso,
pues a su mismo hermano no perdona
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- VII - | Juan de Arguijo | 15-17 | Detén un poco la cobarde espada,
cruel Pompilio, ingrato, y considera
la justa empresa que a tu brazo espera,
y largos siglos ha de ser llorada
¿Posible es que se ve tu mano armada
contra el gran Tulio, a quien librar debiera
en igual recompensa de la fiera
muerte, a tu ingratitud encomendada?
¡Oh cuán poco aprovecha la memoria
del recibido bien; que al obstinado
ninguna cosa de su error le muda!
Desciendo el golpe sobre la alta gloria
de la latina lengua; derribado
deja el valor y la elocuencia muda
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Soneto | Diego de Colmenares | 15-17 | Seguro bien, aun de temor siquiera
no asegura de enfado al más constante;
que a faltar el contrario repugnante,
ni triste el mal, ni el bien alegre fuera
Si por ausente sol, montaña fiera
blancas toscas arrastra, es ignorante,
que a herir perpetuo el rayo rutilante,
fuera ceniza cuanta flor espera
Visten cambrón agudo, y blanca rosa,
la planta, que al amor dedica el suelo,
porque su dulce fruta amarga cría.
Bien y mal, mezclan tela deleitosa;
la esperanza en el mal causa consuelo,
y sin temor el bien hipocresía.
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A don Agustín de Salazar y Torres | Melchor Fernández de León | 15-17 | Llorad, Hijas de Apolo, el negro día,
que, dueño de vapor tan inhumano,
en sus arrullos a esplendor temprano
monumento cuajó de niebla fría
Llorad, y en vuestra acorde melodía
al Joven Cisne, sin el tiempo cano,
subid, por privilegio soberano,
a ser allá la décima armonía
Digo Solio será de aquel gran vuelo,
que en cada escrito la noticia advierte,
y le da a cada línea nueva gloria.
Pues acá ya nos queda por consuelo,
que eternidad, que le robó la muerte,
hoy se la restituye la memoria.
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Soneto | Luis Martín de la Plaza | 15-17 | Segundo honor del cielo cristalino,
pues ves que al sol con sombra ahuyenta
la noche, y que, cargada de tormenta,
añade confusión a mi camino
Muestra el poder del resplandor divino,
y aquestos montes con tu plata argenta,
venga a tu hermano, y a la noche afrenta,
y válgame tu lumbre, peregrino.
Así en el mar te mires siempre llena,
y el pastor a quien das abrazos tiernos
no te desprecie por tener tres caras;
que un blanco toro ofreceré en tus aras,
que esparza con los pies la blanda arena,
y hiera el aire con agudos cuernos.
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Soneto | Pedro Castro y Anaya | 15-17 | Copiaste en mármol la mayor belleza,
oh Lauro, y tanto a Lisis parecida,
que de las dos es una ya la vida,
y de las dos es una la dureza.
Sola a Lisis formó naturaleza,
y tú nos diste a Lisis repetida,
Lisi o la estatua en ella convertida,
¿cuál de las dos se debe a tu destreza?
No fue el impulso, no, de la escultura,
que en el mármol viviente y sucesivo
Lisis quedase de morir ajena
Arbitrio fue de Amor, que hermosa y dura
formó otra Lisis, porque en mármol vivo
viva inmortal la causa de mi pena
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Eróticas – - IV - | Esteban Manuel de Villegas | 15-17 | Por sólo despicarme de tu juego
honro a Diana, sacrifico a Ceres;
no más, Amor, no más, pesado eres,
ciego te amé, ya miro que estás ciego
En daño tuyo, y en mi bien alego
un año de ilusión, pocos placeres;
mas que no sufrirá, quien da a mujeres
dormida la razón, despierto el ruego.
Góceme esta heredad, líbreme el soto
en su espesura cada mes un ciervo
y tú, rapaz, gobierna tu venera
Que si el mundo se holgara con mi voto,
yo le dijera lo que en mí reservo:
y al fin dijera, que el desdén muriera.
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Soneto | Luis Martín de la Plaza | 15-17 | Veo, señora, al son de mi instrumento,
cuando entona mi voz tu nombre santo,
parar los ríos a escuchar mi canto,
correr los montes, y callar el viento:
y luego si suplico mi tormento,
huir los ríos con temor y espanto,
y ser los montes sordos a mi llanto,
y el viento murmurar del triste acento.
Y es porque hacer sus arenas de oro,
traes a los montes un verano eterno,
y das olor al viento que te toca.
Yo deshago, llorando, su tesoro,
traigo a los montes un helado invierno
y doy al viento el fuego de mi boca.
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Soneto | Domingo Fuentes y Pardo | 15-17 | El Sol de entre celajes de su Oriente
sube a dorar la cumbre, que le espera,
del mediodía en turquesada esfera,
peinando rayos su esplendor luciente
Mar (¡o pensión que paga lo eminente!)
apenas el Laurel a su carrera
debido ciñe, cuando con ligera
caída le amenaza el Occidente
Así mariana de Felipe Aurora
apenas de él llegaba a coronarse,
cuando fatal peligro el daño apresta.
Mas por el Sol, y el Alba en vano llora
el mundo pues los mira eternizarse,
para dar Luz aquel, Luceros esta
|
Al príncipe nuestro señor Felipe IV | Duque de Osuna y Conde de Ureña | 15-17 | Corrida de ofreceros plata y oro,
porque a vuestro valor más se debía,
aqueste nuevo don hoy os envía
la India, de su fe rico tesoro
Es el cuerno de aquel soberbio toro
que con tanto furor la perseguía,
en tierra sepultada su osadía,
lleno de flores por el sacro coro
Y para presentarle a vuestra alteza,
entre fértiles vegas, ha escogido
la de fruta y de flor más abundante
Y aunque es humilde don a tal grandeza,
siendo de vos, Señor, favorecido,
hasta los hombros llegará de Atlante
|
Al capitán Domingo Alonso de la Maza, caballero del hábito de Santiago | Anastasio Pantaleón de Ribera | 15-17 | Esta de Santiago Espada ardiente
(merecido blasón, timbre glorioso)
que ennoblece tu pecho belicoso,
que solicita lauros a tu frente.
Sonoras trompas a tu fama aumente,
pues con denuedo, y ánimo brioso,
te ostentas Marte al bárbaro alevoso,
te vibras rayo a la enemiga gente.
¿De dónde gloria tanta se ocasiona?
Pues la primera cátedra presides
de la fatal Escuela de Belona
Como árbitro absoluto de sus lides,
¿de dónde? de qué tu valor te abona
por Maza fuerte del invicto Alcides.
|
A la majestad del rey Felipe, nuestro señor | Juan de Castellanos | 15-17 | Católico señor, rey soberano,
do celestial virtud se manifiesta,
y en cuya potestad hoy tiene puesta
Dios la tutela del honor cristiano
Esta labor que lleva sólo grano
de verdad pura y al examen presta,
para prosecución de lo que resta
a vuestra Majestad pide la mano
Porque si mereciese tal defensa
el gran memorial que redimiendo
voy de la tiranía del olvido,
será la más insigne recompensa
que se me pueda dar y que pretendo
por paga del trabajo recibido
|
Pidiendo celos de un marido muerto | Anastasio Pantaleón de Ribera | 15-17 | Tisbe, si adoras de tu muerto esposo
el polvo amante, que mi amor espera,
pues cuando en tus desdenes persevera
de no morir está mi amor celoso
Que esperanza un espíritu glorioso
dime te ofrece, si la muerte fiera
cedió temprana tu afición primera
en el grave, en el último reposo
Olvida, Tisbe, y logra ya en mi vida
la fe de que es inhábil tanta muerte,
que en esta disculpado está el olvido
O pues eres, señora, un homicida
debate yo mejor la misma suerte
por muerto, unas por más agradecido
|
A don Alonso de Ercilla | Leonor de Iciz | 15-17 | Mil bronces para estatuas ya forjados,
mil lauros, de tus obras premio honroso,
te ofrece España, Ercilla generoso,
por tu pluma y tu lanza tan ganados.
Hónrese tu valor entre soldados,
envidie tu nobleza el valeroso,
y busque en ti el poeta más famoso
lima para sus versos más limados
Derrame por el mundo tus loores
la fama, y eternice tu memoria,
porque jamás el tiempo la consuma.
Gocen ya, sin temor de que hay mayores,
tus hechos y tus libros de igual gloria,
pues la han ganado igual la espada y pluma.
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Un amante, abrasando las prendas de su dama | Juan de Jauregui | 15-17 | Pasó la primavera y el verano
de mi esperanza, y el agravio mío
en la estéril sazón del seco estío
entrega estos despojos a Vulcano
Bien que el sagaz amor intenta en vano
oponer al incendio un hielo frío,
donde el turbado pecho pierde el brío
y se entorpece la cobarde mano
Mas la razón, que mi derecho ampara,
quiero fomente el fuego merecido:
reliquias mueran de memorias mías.
Y el desengaño, como fénix rara,
que estuvo de mi llama consumido,
vivo renazca entre cenizas frías.
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A la muerte de Lope de Vega | Pedro de la Escalera Guevara | 15-17 | Cisne sagrado, a cuya docta pluma
la erudición admiraciones debe,
y el coro sacro de las Ninfas nueve
de su gloria inmortal la fama suma.
A tu posteridad, aunque presuma
decir mi amor elogios, no se atreve,
que aun en acento numeroso breve
su loca presunción teme a la espuma
Si grande gloria en vida conseguiste
con la dulzura nueva que cantaste,
la Parca, Lope, mejoró tu suerte.
Porque cantas y enseñas con tu muerte,
y si tu nombre al orbe eternizaste,
nace, insigne varón, de que moriste.
|
Soneto | Juan de Jauregui | 15-17 | Si en el amado pecho más constante
teme el olvido el amador ausente,
porque en la ausencia el tiempo no consiente
memoria o voluntad perseverante,
yo, que en presencia (miserable amante)
no fui correspondido, y al presente
mi ausencia Filis no recela o siente,
¿qué olvido espero a su rigor bastante?
Esta imaginación al alma asida
mil muertes puede darme; y yo, con ella,
ser puedo a mis tormentos homicida
Mas como agradan a su causa bella
tanto mis males, me reserva en vida:
que es mayor mal que lo será el perdella
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A don Diego de Mendoza | Mariana de Vargas y Valderrama | 15-17 | Al tronco ilustre de donde ha salido
vuelves el bello fruto de una rama,
dándole eterno nombre y nueva fama
por tronco, rama y fruto merecido
Digno lauro en el mundo has adquirido
y justamente con amor te llama
cuidadosa Amaltea, que derrama
las flores que del tiempo ha recogido
¿Quién al gran Alejandro retratara
sino el famoso Apeles, ni le hubiera
otro que a su primor le aventajara?
¿Quién lo que emprendes intentar pudiera
ni al insigne don Diego nos cantara,
único cisne, si cual tú no fuera?
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A Lope de Vega Carpio | Alonso de Salas Barbadillo | 15-17 | Es la patria del sol el alto cielo
por donde solo sigue su camino,
y así en su propia patria es Peregrino,
cursando su divino paralelo.
De allí cercado el ámbito del suelo
rompe y quebranta el hielo cristalino,
mostrando al hombre su poder divino
con la presteza de su hermoso vuelo
Vos, Belardo, en Madrid, patria dichosa,
con vuestro ingenio célebre seguiste
un camino desierto, raro y solo,
y así, por esta hazaña milagrosa,
en vuestra patria Peregrino fuiste,
como en el cielo el soberano Apolo.
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Soneto | Cristóbal de Mesa | 15-17 | Con gran razón, Emperatriz del Cielo,
que excedes las supremas jerarquías,
te dan, más que a Eliseo y que a Elías,
todo el honor del Líbano y Carmelo.
Tú diste al mundo su mayor consuelo,
y tu parto cumplió las profecías,
dando el Bien, dando a Dios, dando el Mesías
a los mortales míseros del suelo.
Tú, de la cual nació la Luz del mundo,
de lágrimas en este oscuro valle
nos mira desde aquesa empírea corte.
Y a buen puerto de aqueste mar profundo
saldremos, si es tu mano el gobernalle,
el piloto tu amor, tu vista el norte.
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Dándome por asunto cortarse un dedo llegando a cortar un jazmín | Sor María de Santa Isabel | 15-17 | Filis, de amor hechizo soberano,
cortar quiso un jazmín desvanecido,
y de cinco mirándose excedido
quedó del vencimiento más ufano
No bien corta el jazmín, cuando tirano
acero, en rojo humor otro ha teñido,
mintiendo ramillete entretejido
de jazmín y clavel la hermosa mano
Atropos bella a la tijera cede
piadosa ejecución si, inadvertida,
a su mano dolor ocasionando
Que si alma con su sangre dar no puede,
en vez de muerte, dio al jazmín la vida,
de amor el dulce imperio dilatando.
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De El gran Semiramis | Andrés Rey de Artieda | 15-17 | Ya el tiempo con su vuelo acostumbrado
ha traído a tal punto mis deseos
que libre, sin ficciones ni rodeos
muestre mi corazón fuerte y osado
El Capitán y Rey tan señalado,
que con tan grandes triunfos y trofeos
de persa, libios, medos, nabateos
y de otros mil sus templos ha adornado,
no ha sido Ninías, como habéis creído,
¡oh mil vasallos fuertes y leales,
sino su madre, puesta en su vestido!
Yo he sido el Capitán de los Reales,
y mi querido hijo es quien ha sido
virgen entre las vírgenes vestales.5
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A la inmortalidad de Lope de Vega | Jusepe Antonio González de Salas | 15-17 | Vive el hombre mortal la débil llama
que arde en caduco, en frágil alimento;
más al fácil de un soplo, al leve aliento
ya en la pavesa su esplendor infama
Vive en mármol después de inmortal rama
coronado la frente, más no exento
de ruina aun dura contra el curso lento
de la edad, ni su bulto, ni su fama
Sólo de aquel que en la memoria vive,
la siempre al tiempo trascendida gloria
de eternidad en lágrima se escribe
No pues LOPE murió, si aquella historia
que el mismo fue, la vida le apercibe,
exenta del olvido su memoria
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De Victoria por el amor | Jacinto Cordero | 15-17 | Descuidada de amor burlas hacía
del que ví ya en tu red cautivo y ciego,
por necio imaginaba al que en tu fuego
cual simple mariposa en llama ardía
No imaginaba yo que en su porfía
había tal crueldad, mas ya que llego
al mar de tu rigor, en que me anego
rendida se confiesa el alma mía
No más burlas de amor, loco deseo,
cuando el mal que padezco al alma escucho,
si el desengaño de tus fuerzas toco.
Dicho el que en amor no ha hecho empleo,
y desdichado aquel que quiso mucho,
si al más cuerdo el amor le ha vuelto loco.
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Soneto | Francisco de Olaegui | 15-17 | Sobre si se levanta a mayor vuelo
Javier, y de su espíritu elevado,
es a la alta región arrebatado,
que es peregrino en él lo que no es cielo.
Vuela en las alas de su santo celo,
del puro ser de Dios, enamorado,
amante Serafín, Ángel alado,
de acción perpetua, y de inmortal desvelo.
En sí el noble atributo sabio encierra,
de pacificador, sus propiedades
en paz unen el cielo con la tierra
Y de iris celestial con claridades,
tempestades idólatras destierra,
y causa de la Fe seguridades.
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Soneto | Joseph Lupercio Panzano | 15-17 | Esta correspondencia que hoy alcanza
Javier en tu dolor, y tan ferviente,
con la sangre de Cristo felizmente,
te esmalta de su gloria tu esperanza
Dos semblantes, con sola una mudanza,
pasar el uno, lo que el otro siente,
esta no es ser imagen solamente,
algo más ha de ser, que semejanza.
Templadas cuerdas de instrumento han sido,
acorde en el dolor y la memoria,
Cristo, y Javier asuntos de una fama;
feliz Santo, pues pruebas conocido,
en tu Patria solar la ejecutoria,
por la sangre que Cristo te derrama.
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Las musas en venta | Francisco de Figueroa | 15-17 | ¿Hay quién quiera comprar nueve doncellas
esclavas o a lo menos desterradas
de las tierras do fueron engendradas?
¿Hay quién las compre? ¿Quién da más por ellas?
Fueron un tiempo en todo extremo bellas,
airosas, ricas, graves y estimadas;
y aunque de mucho fueron recuestadas,
bien pocos alcanzaron favor de ellas.
Ahora van las tristes mendigando
de puerta en perta, rotas y baldías,
y aun por solo el comer se venderían
Pues no son muy golosas; que en hallando
hierbas, flores u hojas, pasarían
con sombras frescas y con aguas fría.
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A la excelentísima historia del señor Juan de Castellanos | Gaspar de Villarroel y Coruña | 15-17 | Dichoso en vida y muerte a quien destina
tan bien el largo cielo, que levanta
el alma a lo que el vulgo vil espanta,
y el monte yerto de virtud camina
Pues la tierra al Antártico vecina
apenas a tornado en sí, de cuanta
gente cubre los cuerpos, cuando canta
sus hechos vuestra trompa peregrina
Con verdad, sin afeite, con dulzura
no vista, ilustres versos y cristianos
engrandecéis la estrecha sepultura,
y eternizáis valor, consejo y manos
de los que en hambre, sed y guerra dura,
los hechos vuestros vieron soberanos
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